Dije que no volvería a caer
en esta tentación. Que no volvería a repetir los vicios y errores cometidos a
lo largo del tiempo. Y aquí estoy, reincidiendo. Aquí estoy, nuevamente,
abriendo el pecho para que mi corazón vuele y sea sincero, otra vez.
Dije que no volvería a
pisar los caminos que me llevaron a la condena y el sufrimiento. Que evitaría
cualquier camino sinuoso y complicado con el fin de asegurarme un poco de
tranquilidad. Y aquí estoy, nuevamente, rodando cuesta abajo en un atajo que
promete acortarme distancias y dolores. Que me prometió sonrisas y placeres.
Dije que no volvería a
soñar mientras estuviera despierto, que me limitaría a cerrar los ojos cada vez
que quisiera ir mas allá de lo que mi cuerpo puede. Que no permitiría,
nuevamente, sentirme limitado por las ataduras que le impongo a mi alma cuando
no puedo volar. Y aquí estoy, en el aire, flotando como un ave que comienza su travesía
migratoria por los fríos que se avecinan. Aquí estoy, con los ojos abiertos viéndote
de frente y soñando.
Dije que no volvería a
derramar lágrimas inútiles e innecesarias, que no permitiría volver a
doblegarme ante la compasión de mis semejantes a causa del dolor que brota de
mis ojos. Dije que iba a ser fuerte y hoy vuelvo a ser frágil. A sentir el
ardor en el corazón que se aprieta cada vez que suspiro porque no puedo besar tus
labios. Porque no puedo abrazarme a tu cuerpo y reposar allí, eternamente.
Dije que no volvería a
hacer tantas cosas y siempre olvide que mi esencia, mi ser, no esta en la
vereda que quise pararlo y hacerlo andar. Quise caminar cuando sabia que mis alas
no lo permitirían. Dije que no volvería a amar y aquí estamos, juntos. Vos y
yo.