Ya
estaba sentenciado. No había manera de que su suerte se revirtiera por lo que decidió
ir directamente hasta el final de su existencia. Tomo aire, lleno sus pulmones
y los libero con un suspiro largo y relajante. En ese instante dejaba salir, también,
todos sus miedos e indecisiones. Dio un paso adelante y avanzo con decisión.
Con firmeza. Miró el reloj rápidamente intentando registrar la hora exacta en
que todo seria antes y después. Sabía bien que desde ese segundo en adelante habría
dos realidades bien marcadas y definidas. Siguió paso a paso avanzando, los
miedos se convirtieron en nervios. No había dudas que ya no temía por lo que vendría,
no, estaba plagado de dudas y vacilaciones. Pero no de miedo. Sabía que el
miedo hace que un hombre retroceda y cometa errores garrafales. Él no podía,
simplemente no tenía opción, no podía fallar. Un paso más y el principio del
fin estarían en sus manos. Otro paso, cada vez falta menos y el cuerpo comienza
a evidenciar que los sentimientos que nacen en lo recóndito de su alma. Las manos
dejaron de temblar, los escalofríos se multiplicaban por miles, su espalda
comenzaba a relajarse pero sabiendo que no debía perder la firmeza. El pecho parecía
explotarle, sentía como si el corazón fuera a salirse de su cavidad para volar
por el cielo. La ansiedad lo estaba devorando. Dos, quizás tres pasos más y estaría.
Los pies caminan seguros, se apoyan sin temor, el futuro está al alcance de las
manos. Un último paso, y allí está. El fin del pasado, el principio del futuro.
La vida de su hijo mirándolo sin mirarlo, llorando casi hasta explotar. Cargando
su historia, y la de su primogénito, dejo de lado el mundo terrenal para
sentirlo en sus brazos. Sus ojos se llenaron de lágrimas, un lago de agua
salada, intentaba quebrarlo. El pequeño ya no llora. Sus ojos, todavía llorosos,
llegan a los del pequeño. Se ha consumado, su final ha llegado. En el mismo
momento que las dos miradas se alinearon comprendió que su vida ya no era suya,
que era de ese ser indefenso que sostenía con tanto cuidado. Sus decisiones futuras
ya no serian suyas, serian del recién llegado y los que vengan tras de Él.
domingo, 20 de abril de 2014
miércoles, 2 de abril de 2014
Pensaba en la guerra que nunca acabará...
Pensaba en la guerra que nunca
acabará para aquellos que volvieron. En lo tortuoso que debe ser transitar la
realidad sin que la mayoría note el esfuerzo realizado hace tiempo atrás. Sacrificio
que valió la vida y la muerte de tantos. Los que fueron y volvieron, los que
fueron y no volvieron lo saben. Lo sienten. Les duele. No tengo dudas.
Pensaba en la guerra que nunca
se acabará no porque sigan los estruendos y las luces trazantes que llevan
muerte donde van sino porque la lucha es constante contra el olvido. La
discriminación y el menosprecio hacen que la mochila se mas pesada de lo que ya
es. El despropósito de llamar niños a los hombres y ex a los que todavía lo son
lo prueban. Las marcas de la realidad de este lado del océano se hacen tanto, o
más, evidentes que las sufridas en medio del infierno.
Pensaba en la guerra que para
la sociedad solo es el día dos del mes de abril y el resto del año hay tregua. Tregua
que se da para los millones que olvidaron pero no para los que viven con la
memoria en la piel. Para los que despidieron a sus hijos, hermanos, padres o
amigos saben que ese día es el más intenso pero no es el único. El siguiente punza
hondo, mueve la astilla que estará eternamente clavada en el corazón.
Pensaba en la guerra pero
recordaba a los hombres y mujeres que asistieron al peor escenario que la raza
humana pueda presentar. En ellos que lloran sin perder el orgullo ni la
grandeza. En ellos que ríen pero esconden, seguramente, las penas de los
recuerdos. En ellos, cada uno de ellos, que no negaron el miedo y a diario lo
eluden. En ellos que todos abrazamos pero que, contadas veces, hablamos con
orgullo y honor de reconocerlos nuestros.
Pensaba en la guerra que nunca
acabará pero, lo más importante, son ellos y nada más. La gloria es de los que
hicieron y hacen grande a esta Nación. Ellos la ganaron hace rato. Es tiempo de
reconocerlos.
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