Estimados delincuentes,
ladrones, estafadores, violadores, secuestradores, hampones, provocadores, coimeros, tramposos, falsificadores
y pungas de esta sociedad, mi sociedad, la Argentina. Vengo a ofrecerles un
trato, una propuesta, una sugerencia, algo, como ustedes quieran llamarlo. Incluso,
para ustedes, podría llamarse un negocio, un acierto, una “ganga”, una
oportunidad única en millones. Como ustedes saben, la realidad es más que una sensación
y la inseguridad, gracias al esforzado trabajo de su sindicato, es realmente un
hecho imposible de evitar o tener en cuenta. Es tan efectivo y siniestro su
accionar que ya no queda nadie que no haya sido tocado por su amplia mano. Simplemente
han monopolizado el mercado de una manera tan drástica que nadie puede, o
quiere, hacer nada contra su “fuente de trabajo”. Como también saben, el
mercado se esta haciendo cada día mas difícil, las casas ya están siendo
copadas de alarmas, perros guardianes, vigilantes y todo tipo de medida que
garantice alguna que otra tranquilidad. Incluso los viejitos ya están avivados
porque la “tele” les muestra imágenes que asustan hasta al más bravo y ya no le
abren a nadie. O casi. Todavía queda alguno que otro que sufre las
consecuencias porque sigue viviendo en los años de ultranza y bienestar. Así mismo,
somos conscientes que tienen medios increíbles e indescriptibles para hacerse
con lo ajeno.
En definitiva, y sin hacer más
extensa mi declaración, mi pedido, mi consejo, solo tengo una propuesta, una
sola que, quizás, les daría un nuevo mercado, una nueva materia prima que explorar
y explotar. Eso si, no es sencillo llegar hasta allí pero, tampoco es
imposible. Piense en los miles de
beneficios y la cantidad de trofeos que obtendrá. Mi sugerencia es básicamente dejar
de robar, matar, secuestrar, violar, “punguear” y estafar al “laburante”. Este
hombre, esta mujer, que sufre a diario las consecuencias que ustedes tan
maravillosamente desarrollan, también tiene sus problemas y sufre consecuencias
terribles si alguien de su sindicato se aprovecha de esta gente tan sufrida. No
solo eso, y aquí la perla que les decía, hay una clase social, una que vive de
sueños y con mentiras, que a los cuatro vientos muestran sus opulencias y lujos
pero que parece a ustedes no llamarles la atención. Ahí es donde deberían posar
sus ojos, donde deberían desplegar sus artilugios y desposeerlos, un poco no
todo, de sus bienes materiales. Hacerlo sentir que el frío de un arma es tan
siniestro y real como una cachetada. Seria un verdadero equilibro para esta, mi
sociedad, tu sociedad. Seria un respiro para los que todavía osamos andar por
la calle. No quiero aburrirlos, no quiero provocar su ira o sueño. Mis mejores
deseos para ustedes en lo que espero sea su nueva empresa y, ojala, no tengamos
que cruzarnos nunca más.