Tal vez sea más liviano el
peso que cargan mis hombros. Quizás la mochila se ha alivianado con el paso del
camino, de los días. Quizás. Los sufrimientos pasados que hicieron mis huellas
mas profundas hoy están allí, marcadas y reflejando lo que costo llegar a este
punto. Las alegrías vividas, también, están ahí. Están, algunas florecidas y
otras a punto de mostrar su belleza. La felicidad no es un estado, es un camino.
Hoy, época de balances,
mucho significa el haber andado con un rumbo dirigido mayoritariamente por esa
senda venturosa. Aunque, como debe ser, los días no siempre son soleados, no. Hubo
lluvia pero, la lluvia abona el suelo que riega, enriquece a la naturaleza y
elimina las rajaduras que el tiempo de sequía ha dejado. Así que, no ha sido
del todo malo.
Hoy, tal vez, pise con más
tranquilidad y mis pasos apenas estén marcados que solo se ven con algo de
atención. Sin embargo, al ver mas atrás, se puede entender las razones y las
decisiones que me han dejado aquí donde ahora estoy parado, más allá de la
liviandad de mí presente andar. Lo que ayer fue incertidumbre hoy, de a poco,
se vuelve mas claro.
Hoy, época de balances, hay
que olvidar lo que no fue para que pueda ser. Hay que volver a cargar la
espalda con una nueva maleta para volver a asumir el desafío de volver a vernos
en este punto, en esta circunstancia dentro de 365 nuevas oportunidades de
soñar con los ojos abiertos creyendo que si se quiere… se puede.