lunes, 31 de diciembre de 2012

Trescientos sesenta y cinco



Tal vez sea más liviano el peso que cargan mis hombros. Quizás la mochila se ha alivianado con el paso del camino, de los días. Quizás. Los sufrimientos pasados que hicieron mis huellas mas profundas hoy están allí, marcadas y reflejando lo que costo llegar a este punto. Las alegrías vividas, también, están ahí. Están, algunas florecidas y otras a punto de mostrar su belleza. La felicidad no es un estado, es un camino.
Hoy, época de balances, mucho significa el haber andado con un rumbo dirigido mayoritariamente por esa senda venturosa. Aunque, como debe ser, los días no siempre son soleados, no. Hubo lluvia pero, la lluvia abona el suelo que riega, enriquece a la naturaleza y elimina las rajaduras que el tiempo de sequía ha dejado. Así que, no ha sido del todo malo.
Hoy, tal vez, pise con más tranquilidad y mis pasos apenas estén marcados que solo se ven con algo de atención. Sin embargo, al ver mas atrás, se puede entender las razones y las decisiones que me han dejado aquí donde ahora estoy parado, más allá de la liviandad de mí presente andar. Lo que ayer fue incertidumbre hoy, de a poco, se vuelve mas claro.
Hoy, época de balances, hay que olvidar lo que no fue para que pueda ser. Hay que volver a cargar la espalda con una nueva maleta para volver a asumir el desafío de volver a vernos en este punto, en esta circunstancia dentro de 365 nuevas oportunidades de soñar con los ojos abiertos creyendo que si se quiere… se puede.

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