Al mirar el cielo comprendí que lo grande, a
veces, no lo es y lo pequeño es una apariencia. La lejanía es una circunstancia
que se salva con el tiempo. Y el tiempo es una medida tan relativa como el bien
o el mal. Las cosas suceden por causalidad, la coincidencia es que ocurra luego
de tanto buscarlo.
Al llegar se vuelve a empezar, por lo que el
final nunca es tal. Siempre se esta volviendo al inicio. Salvo la muerte que es
certera y definitiva, todo lo demás puede revertirse. Imposible es lo que se
dice y no lo que se cree. Se llega a donde se quiere ir aunque no se conozca el
camino.
Nada, ni nadie, es lo que parece. Todos usan
las mascaras que mejor se les adaptan para ocultar al verdadero lobo interior.
Nadie es cordero. Solo pieles que parecen sonrisas falsas para depredar un
instante después. Simulados o auténticos, todos somos mentira y verdad. Al
mismo tiempo. Ninguno es quien realmente no quiere ser.
La vida es egoísmo puro. Si mi yo no se
satisface con algo, no lo hace. Entonces, para llegar a los demás primero debo
contentarme. Cuando llego a ese punto, recién puedo hacer algo por alguien.
Porque a mi me enriquece. Porque a mi me hace feliz.
Al mirar el cielo comprendí, que ninguna nube
es de tormenta, algunas cargan mas esperanza que otras pero depende de cómo se
la juzga.