viernes, 18 de diciembre de 2015

Ellos se vieron por primera vez...

Ellos se vieron por primera vez pero ya se conocían. Se habían sentido, se habían hablado, se habían acariciado cientos de veces antes de ese instante. Se miraron por primera vez como dos almas que se reencuentran en algún punto del camino. No se dijeron nada y, sin embargo, se dijeron todo. Ellos estaban juntos aunque nunca estuvieron separados, estaban unidos más que nunca.

Ellos se vieron por primera vez aunque eran viejos conocidos, llevaban meses entendiéndose el uno al otro. Conectándose el uno con el otro. Eran el primer chispazo de sus ojos claros en el medio de los de ella. Era el principio de la divinidad hecha tangible y visible. Eran segundos eternos que, para ellos, fueron siglos. El tiempo no existió. Solo Él. Solo Ella. Solos los dos. Los que ahí estábamos,  éramos espectadores estériles e invisibles a su mágica comunión.

Ellos se vieron por primera vez sabiendo que nunca más dejarían de estar juntos, que por más que haya un océano infinito de por medio serian uno para siempre. Ellos sabían que de ahí en más sus vidas no serían las mismas. Sus vidas están vinculadas en el universo, en las estrellas y en sus corazones. Verlos en ese instante es la explicación más simple a cualquier misterio. Verlos, disfrutarlos, es suficiente para saber que mi mundo inicia y termina en ellos.  


Ellos se vieron por primera vez y no dejaron de verse nunca más.  

viernes, 4 de diciembre de 2015

Un viaje

Es el momento exacto para cerrar los ojos y dejarse llevar. Los sueños y las aspiraciones desaparecen en el mismo instante en que la luz se va. Sin embargo, no son sombras las que me rodean. Es un halo de paz brillante y luminoso que remonta la calma como un barrilete. Ya no hay arriba ni abajo, solo se es parte del todo que me convierte y me revierte. Los males y las preocupaciones, borradas de un plumazo. Adiós a todo aquello que aqueja la mente y castiga el alma.
Al cerrar los ojos comienza el viaje hacia donde se quiera. Yo voy a donde quiero. Sin naves espaciales o ampulosos vehículos puedo cruzar océanos y galaxias. Recorrer infinidad de millas sin mover mis pies. Andar por andar. Andar para descansar. No me alejo ni un ápice de donde estoy y, sin embargo, si me tratan de ubicar no podrán hacerlo. Este lugar, este mundo que se esconde al clausurar mis ojos, esta hecho del mismo material que los sueños. Fantasía y aventura. Heroísmo y amor. Pasión y respeto.

No son las alas la que hacen especial este vuelo. Alas que parecieran nacer de mi espalda. Ni la velocidad en la que me muevo. Es, más bien, la posibilidad de ser y hacer. De poder sin temores, de llegar sin sufrimientos. De sacrificios con premios, de palabras con sustento en los hechos. Eso es este lugar.  Pero, la condena es eterna, el único instante donde todo es posible es al cerrar los ojos. Nunca antes, nunca después. Las puertas están siempre abiertas para volver…