lunes, 23 de abril de 2012

No está permitido rendirse


No está permitido rendirse, doblegarse a las posibilidades de un destino prefijado con la excusa de que todo será como deba ser. Aquí, ahora, estamos frente al mayor desafío posible: cambiar el mañana.
No está permitido dejarse llevar por las palabras volátiles y livianas que no hacen más que ocupar un espacio. Aquí, debemos portar las armas para combatir el pesimismo y la derrota. Derrotarlos será cuestión de tiempo, de lágrimas y, sobre todo, sacrificio.
No está permitido sentarse a esperar que el sol nos llegue con los sueños que alguna vez serán realidad. Jamás. Habrá que salir y montar en furia para domar los imposibles y transformarlos en posibles. Habrá que hacer milagros si queremos tocar las estrellas y esperando nunca serán.
No está permitido rendirse ante el dolor ni los obstáculos que la vida presente. Aquí hay que alzarse en armas contra aquellos que nos jalan hacia el fondo. Hay que vestir el overol y asumirnos trabajadores, y hacedores, de la gran empresa que llamaron “vivir”.
No está permitido quedarse tirado cuando la caída fue dramática y terrible. Jamás. Hay que levantarse y echar a andar, que el instante en el suelo sea para recordarnos que la realidad golpea duro pero no mata. Solo deja las huellas, las cicatrices lógicas de una batalla dura e interminable.
No está permitido rendirse… jamás.

jueves, 19 de abril de 2012

Una mirada


Que mirada cautivante. Diría que no solo es atrapante, es una trampa para que los débiles caigamos rendidos ante ella. Es una tentación para los fuertes. O los que eso se creen. Dudo que ellos, los irredentos, puedan mantenerse erguidos frente a esos ojos. Dudo, incluso, de mi fortaleza frente a usted. Frente a sus ojos. Pero, como lo ve, un atisbo de bravura desborda y hace que escriba y le confiese mis pensamientos. Un poco de locura y mucho de sinceridad es lo que acabo de hacer. Una declaración formal y abierta sobre los poderes absolutos que posee la línea que forman los ojos cuando están dirigidos sobre alguien. O algo. Esa fuerza que superaría cualquier barrera hace que los grandes tiemblen y los chicos se enternezcan. Me permito dudar, nuevamente, de la capacidad de mis letras para darle forma a lo que genera esa manera de mirar. No es fácil darle sentido terrenal a algo que no porta nada salido de estas tierras imperfectas y plagadas de vulgaridad. Al contrario, allí, donde nacen las lágrimas, se puede ver que hay mucho más. Se puede ver con claridad y transparencia el alma. Se puede entender porque no es de acá. Porque no consigo dar con las palabras exactas para contar lo que allí habita. Tal vez debería dejar de decir y, simplemente, dejarme caer allí, en esa mirada cautivante y celestial.

martes, 17 de abril de 2012

Coincidencia


Casi al mismo tiempo, la mujer del cuarto piso, parada en el balcón, mira al este buscando una estrella o una respuesta. Mas abajo y enfrente, un hombre asoma detrás de una cortina. Él busca una mirada donde el sol comienza a abandonarlos. Ella, tiene los ojos perdidos en la inmensidad. Ambos miran, se miran pero no se ven. Se buscan pero no se encuentran. En cada repaso del cielo cada vez más ennegrecido siempre llegan al mismo punto cuando miran el suelo con resignación. El peso del día los somete en estas horas donde las penumbras serán maléficas e implacables.  Los dos sienten sobre los hombros el saco que carga con el tiempo y la soledad.
Casi al mismo tiempo, ella, la mujer del cuarto, baja la vista y descubre que no está sola. Él, por fin, encuentra la sensación de estar alineando los ojos con los de esa mujer. Los segundos no cuentan, se convierten en detalles. Solo unos metros y el silencio los separa. Solo una calle los detiene de sentirse encontrados y, por primera vez, acompañados. Él, con un envión de coraje, la saluda. Ella, tímidamente, sonríe y devuelve el gesto. Ellos ya no buscan desentrañar incógnitas ni enlazar sentimientos. Ellos están conectados y abstraídos de todo lo demás. Él no tiene dudas. Ella tiene certezas
Casi al mismo tiempo que ella le hace señas para bajar, él cierra la ventana en busca de esa mirada cautivante en la otra acera. Cuando ellos se encuentran a mitad de la calle, que parecía un océano de fuego, en ese instante, en el que están haciendo de su encuentro el mundo, yo, bajo la persiana porque mañana será otro día.

domingo, 8 de abril de 2012

Nada contra todo


En el medio de la nada el todo parece imponente y único. En el medio de tanta soledad, el olvido es, apenas, una compañía agradable. Las palabras retumban y hacen un eco mayor cuando es una sola la voz que clama. Incluso los pensamientos retumban entre las paredes desoladas. La música reposa esperando llegar. O volver. Pero esperando a que llegue el tiempo de volver a reinar en el éter.
En medio del aburrimiento, la diversión parece enemiga del presente. Fue públicamente declarada aguafiestas y apática. Privada de poder compartir regocijo y algarabía, la alegría, parece haberse mudado. Las sonrisas frustradas fueron suficiente motivo para abandonar el paraje.
En medio de tanto desinterés, el fanatismo está sentenciado por algún remedio capaz de curar las pasiones. Aquí la cura es la memoria y la fantasía solo una promesa de los cuentos de hadas. No queda espacio para que todos puedan abordar, la nada es absoluta y lapidaria con los intentos de usurpación.
Aquí, en medio de mucha nada, todo es poco. O nada. No alcanza para cubrir las deudas contraídas, ni siquiera. Los impares se han convertido en pares, las restas suman y las divisiones multiplican. Aquí, en medio de esta tierra, nada es como se esperaba y todo es una desagradable sorpresa. Aquí nada es como todos y ninguno es como nada.

viernes, 6 de abril de 2012

Los años nos han cambiado


Lo extraño de estar lejos de un sitio es la necesidad de volver a pisarlo, de sentir aquellos rincones donde hace tanto no se podía estar como necesarios e importantes. Volver a estar en esos lugares hace que pueda disfrutar el tiempo que pasó y el que vendrá. La distancia no hace más que prometer abrazos y reencuentros con cada retorno. Con cada nuevo descubrimiento que todo está tal cual lo recordábamos, que todo sigue intacto a pesar de los años.  
Pueden pasar siglos sin ver de frente a la vieja esquina que tantas veces cruzamos sin mirar pero, aquella nueva primera vez, hará que ésta sea increíblemente única y espectacular. Sus colores gastados parecerán brillantes, sus paredes raídas deslumbraran de pomposidad. No habrá manera de comparar algo que supo ser una imagen en la mente con el hecho tangible y palpable de poder deleitarme frente a ese lugar. Siempre es mejor lo que se encuentra a lo que se esperaba. Aunque haya veces que esto sea al revés. Aquí nada es como tiene que ser.
Lo extraño de estar lejos hace que uno tenga asegurada la vuelta. Si embargo, los años serán los que decidan cuando sea el momento de volver. Mientras mas pasen, mayor será la sensación de reencuentro con el que fuimos el día que partimos con la promesa de volver. Pero, no siempre todo está como lo dejamos o lo esperábamos encontrar. Muchas veces el tiempo hizo su justicia y construyó realidades impensadas. Hizo lo que debía ser, simplemente, la vida siguió, como debe ser. Y aunque no se note, o si, ese lugar y yo, ya no somos los mismos, los años nos han cambiado.