sábado, 18 de agosto de 2012

Un pedido


Estimados delincuentes, ladrones, estafadores, violadores, secuestradores,  hampones, provocadores, coimeros, tramposos, falsificadores y pungas de esta sociedad, mi sociedad, la Argentina. Vengo a ofrecerles un trato, una propuesta, una sugerencia, algo, como ustedes quieran llamarlo. Incluso, para ustedes, podría llamarse un negocio, un acierto, una “ganga”, una oportunidad única en millones. Como ustedes saben, la realidad es más que una sensación y la inseguridad, gracias al esforzado trabajo de su sindicato, es realmente un hecho imposible de evitar o tener en cuenta. Es tan efectivo y siniestro su accionar que ya no queda nadie que no haya sido tocado por su amplia mano. Simplemente han monopolizado el mercado de una manera tan drástica que nadie puede, o quiere, hacer nada contra su “fuente de trabajo”. Como también saben, el mercado se esta haciendo cada día mas difícil, las casas ya están siendo copadas de alarmas, perros guardianes, vigilantes y todo tipo de medida que garantice alguna que otra tranquilidad. Incluso los viejitos ya están avivados porque la “tele” les muestra imágenes que asustan hasta al más bravo y ya no le abren a nadie. O casi. Todavía queda alguno que otro que sufre las consecuencias porque sigue viviendo en los años de ultranza y bienestar. Así mismo, somos conscientes que tienen medios increíbles e indescriptibles para hacerse con lo ajeno.
En definitiva, y sin hacer más extensa mi declaración, mi pedido, mi consejo, solo tengo una propuesta, una sola que, quizás, les daría un nuevo mercado, una nueva materia prima que explorar y explotar. Eso si, no es sencillo llegar hasta allí pero, tampoco es imposible.  Piense en los miles de beneficios y la cantidad de trofeos que obtendrá. Mi sugerencia es básicamente dejar de robar, matar, secuestrar, violar, “punguear” y estafar al “laburante”. Este hombre, esta mujer, que sufre a diario las consecuencias que ustedes tan maravillosamente desarrollan, también tiene sus problemas y sufre consecuencias terribles si alguien de su sindicato se aprovecha de esta gente tan sufrida. No solo eso, y aquí la perla que les decía, hay una clase social, una que vive de sueños y con mentiras, que a los cuatro vientos muestran sus opulencias y lujos pero que parece a ustedes no llamarles la atención. Ahí es donde deberían posar sus ojos, donde deberían desplegar sus artilugios y desposeerlos, un poco no todo, de sus bienes materiales. Hacerlo sentir que el frío de un arma es tan siniestro y real como una cachetada. Seria un verdadero equilibro para esta, mi sociedad, tu sociedad. Seria un respiro para los que todavía osamos andar por la calle. No quiero aburrirlos, no quiero provocar su ira o sueño. Mis mejores deseos para ustedes en lo que espero sea su nueva empresa y, ojala, no tengamos que cruzarnos nunca más.

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