miércoles, 2 de abril de 2014

Pensaba en la guerra que nunca acabará...

Pensaba en la guerra que nunca acabará para aquellos que volvieron. En lo tortuoso que debe ser transitar la realidad sin que la mayoría note el esfuerzo realizado hace tiempo atrás. Sacrificio que valió la vida y la muerte de tantos. Los que fueron y volvieron, los que fueron y no volvieron lo saben. Lo sienten. Les duele. No tengo dudas.
Pensaba en la guerra que nunca se acabará no porque sigan los estruendos y las luces trazantes que llevan muerte donde van sino porque la lucha es constante contra el olvido. La discriminación y el menosprecio hacen que la mochila se mas pesada de lo que ya es. El despropósito de llamar niños a los hombres y ex a los que todavía lo son lo prueban. Las marcas de la realidad de este lado del océano se hacen tanto, o más, evidentes que las sufridas en medio del infierno.
Pensaba en la guerra que para la sociedad solo es el día dos del mes de abril y el resto del año hay tregua. Tregua que se da para los millones que olvidaron pero no para los que viven con la memoria en la piel. Para los que despidieron a sus hijos, hermanos, padres o amigos saben que ese día es el más intenso pero no es el único. El siguiente punza hondo, mueve la astilla que estará eternamente clavada en el corazón.
Pensaba en la guerra pero recordaba a los hombres y mujeres que asistieron al peor escenario que la raza humana pueda presentar. En ellos que lloran sin perder el orgullo ni la grandeza. En ellos que ríen pero esconden, seguramente, las penas de los recuerdos. En ellos, cada uno de ellos, que no negaron el miedo y a diario lo eluden. En ellos que todos abrazamos pero que, contadas veces, hablamos con orgullo y honor de reconocerlos nuestros.
Pensaba en la guerra que nunca acabará pero, lo más importante, son ellos y nada más. La gloria es de los que hicieron y hacen grande a esta Nación. Ellos la ganaron hace rato. Es tiempo de reconocerlos.


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