Hoy quise
bajarme de la calesita,
bajar un
cambio y cambiar de rumbo,
cambiar el
aire,
el cielo,
el frío,
el calor.
Quise
bajarme para ir en sentido contrario,
para ver si
los que vienen atrás me chocan,
me evitan.
Para verlos
de frente y gritarles,
para evitar
el evitar hacer algo y decirles,
y reclamarles
y exigirles.
Hoy necesitaba
ser loco y viajar de contramano
para entender
a los que van para atrás,
para comprender
lo que es retroceder con voluntad,
para pisar
de espaldas y juzgar de frente.
Quería ver
qué me encontraba,
con quién,
con quien
no,
quién venia
conmigo,
quién me había
abandonado hace rato.
Hoy necesitaba
bajarme de la rueda para verla,
para analizarla,
para sentirla,
para no
volver a subir,
pero no
pude.
Ni los
caballos de madera,
ni las naves
espaciales me llevaron lejos,
estaba clavado,
condenado.
Quería bajarme
pero no tenía forma,
no sabia
como hacerlo,
hice lo que
siempre,
seguí andando
hasta la siguiente campanada,
hasta que
frenara,
donde se
detuviera la vuelta,
hasta que
todo volviera a empezar,
y quiera
volver a bajar.
Mientras uno está arriba de la calesita tiene la posibilidad de que las manos rápidas ganen otra vuelta. Es uno el que debe decidir si usar la sortija o no, si me gustaría más ver la calesita o ver desde la calesita.
ResponderEliminarMUY BUENO