jueves, 15 de marzo de 2012

Acostumbrados


La vida se basa, simplemente, en un acostumbramiento constante a las situaciones, personas, hechos, cosas y circunstancias. Vivir, necesariamente, es adaptarse a todas esas cosas diferentes que suceden a nuestro alrededor y, con todo eso, hacer algo que no nos destruya en el momento. Nos acostumbramos a vivir realidades que no deberíamos, ni siquiera, considerar como posibles pero, todo lo contrario. El abuso, la violencia, el desinterés, la falta de respeto, todos comunes denominadores que muestran, y demuestran, que vivimos inmersos en un mundo plagado de todas ellas y, más triste aún, con promesas de expansión.  Las virtudes, los valores, los sentimientos, todos bastardeados y vapuleados a más no poder (si se pudiera más, lo harían), desvalorizados y denigrados a la máxima potencia.
Pero, si vivir no es acostumbramiento y es un hacer y hacer día a día para tratar de crecer, aprehender, compartir y, sobre todo vivir ¿Por qué seguimos dejando que sucedan hechos inauditos? ¿Por qué seguir recostados en la cama mirando la realidad por la ventana mágica que, alguna vez llamaron televisión? ¿Por qué no dejar de vivir expectantes con vanidades y cambiar la realidad? ¿Por qué no hacer algo? Claro, ahora entiendo. Es mas fácil dejar que el tiempo pase y aprovechar el propio para cruzar los dedos, rezar o lo que sea, para que sigamos excluidos de las fechorías que suceden a diario. Total, mientras sea al vecino al que lo afanen o al de la esquina al que pisoteen, no importa.
Desgraciadamente así estamos y, por como vamos, hay garantías de que podemos estar peor. Las posibilidades siguen en contra de los buenos que, dicho sea de paso, cada vez son menos. Buenos no son los que roban, los que matan, los que violan, los que estafan, los que dicen y no hacen, no, estos son los parásitos que se engendraron cuando empezamos a acostumbrarnos a vivir así. Cuando dejamos de preocuparnos y, mucho peor, de ocuparnos por dejar una realidad diferente para las generaciones que vienen. Buenos son aquellos que todavía están peleando. Solos o acompañado pero peleando sin tregua. ¿Existirá el fondo? ¿Habrá posibilidad de subir? ¿Hasta cuando la comodidad de hacernos los desentendidos? ¿Hasta cuando? Hasta que no nos toque a nosotros, seguiremos acostumbrados a “vivir” así.

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