Imposibilitados de entrar
en un corazón sellado. En un alma obstruida por los años de sufrimiento, por el
tormento de haber padecido el encuentro constante con el dolor. Nunca existirá la
posibilidad de borrar de la memoria los acontecimientos que se marcaron con
fuego. No se irán ni dejarán de pesar las palabras que fueron condena, que
fueron sepultura de tantas ilusiones. Estarán allí, compartiendo el espacio y, quitándole
sitio a todo lo que pueda ser regocijo. Esa constante de no poder sumar algún día,
deberá terminar.
Los imposibles no existen,
solo hay metas mas lejanas que otras. Aquellas que no se ven no es porque no existen,
no, por el contrario, habrá que hacer un esfuerzo mayor para conseguirlas. Habrá
que destapar los sellos. Abrir las alas que los años ataron y que las palabras
aniquilaron. Habrá que sacudir el cansancio y soñar con lo que estaba vedado. Habrá
que poner en marcha el motor de la voluntad para empezar a dejar atrás el
dolor. Habrá que abrir los ojos, bien abiertos, para poder elegir. Habrá que
ser dueño y director de los hechos que mi vida deba enfrentar. Habrá que ser
valiente y temerario para no doblegar el espíritu ante las dificultades y la
perversidad de los que intenten detener la embestida contra la realidad. Habrá que ser escritor y artista para poder
dar forma a la historia, nuestra historia, como la obra más perfecta y genial
que alguien pudiera crear. Habrá que salir y enfrentarse a los miedos, los
pensado imposibles, para comenzar a dar los pasos que lleven a soltar las
amarras que condenan un corazón. Que detienen un alma. Habrá que ser hombre, o
mujer, y arriesgarlo todo para conseguirlo todo porque solo así, y de ninguna
otra forma, los sueños se harán realidad. Para conseguir, para impedir, que el
dolor sea el primer motor para alcanzar los horizontes lejanos y no el primer
freno. Para llegar más lejos y mejor. Para volver a creer y ser feliz, otra
vez.
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