Los sábados a la mañana, en
la radio, no hay absolutamente nada. Así de rotundo y definitivo es mi
planteamiento de que el éter, durante esas horas, está plagado de programas que
no hacen más que decir cosas que ya se dijeron, valga la redundancia, a lo
largo de la semana previa. Estos espacios radiales que pueden variar en duración,
se vuelven aburridos y sin ideas renovadas para mantener una audiencia
expectante del aparato radiofónico. Es como si todo lo bello de ese universo se
viera frustrado cada amanecer de sábado. Incluso los relatores, comentaristas,
periodistas o conductores, el que estuviera al frente del micrófono, tiene una
extraña manera de afrontar lo que será su sección. Algunos tienen la voz
gastada por los años, otros amateurs en el oficio y, la mayoría, expertos en un
tema pero ajenos al manejo de un publico deseoso de disfrutar lo que salga del
parlante del receptor.
Los temas o mejor dicho, EL
tema que domina gran parte de las radios es el campo. Informes de haciendas,
valores de los cereales, estado de los mercados cambiarios, precios, pronósticos
meteorológicos y cuanta variante se pueda pensar relacionada con el mundo
agropecuario. Es definitivamente aburrido para los que estamos fuera de ese
circulo selecto. Eso es determinante para que aquellos que estamos
permanentemente escuchando ese aparato maravilloso.
En definitiva, los sábados a
la mañana no vale la pena escuchar la radio. Es mejor apagarla y no sufrir con
las noticias viejas o los pronósticos con el diario del lunes. Sin dudas, poner
un disco o, en estos tiempos, un mp3 es mucho más saludable y entretenido. Es la
pausa necesaria para volver a entrar, anímicamente, sanos y salvos a lo que será
un nuevo día, un nuevo encuentro en el mundo radial.
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