lunes, 12 de marzo de 2012

Me desperté y ya no estabas


Me desperté y ya no estabas, te habías ido. Intente volver a dormir, cerrar los ojos y devolverme a los sueños donde estabas conmigo. Donde no tenía miedo. Donde no sentía la ausencia. Tu ausencia. Donde no me pesaba el sufrimiento. Cerré los ojos esperando que al abrirlos todo hubiera desaparecido salvo vos. Salvo vos y tus manos. Hice el intento pero fue en vano. No conseguí caer en ese abismo de dominios idílicos. El intento de siesta se convirtió en tortura, en desespero porque me desperté y ya no estabas. Volver no es tan fácil. Abandonado por completo hice una nueva prueba, viaje con la imaginación, obligándola, hacia donde podrías estar. Llegue rápido, sin dudas ni problemas. Llegue tan deprisa que no te vi, no te encontré. Ya debías haberte marchado, también, de allí.
Me desperté y sacudí el peso de la frustración, mis hombros comenzaban a arquearse de sufrimiento, de cansancio, de pena. Quise bajar las cargas innecesarias, las culpas, el abandono pero, no supe hacerlo. Estaba solo, te habías ido y yo no pude decirte nada. No pude acariciar tus mejillas suaves. Peor aun, no pude regalarte las palabras que tantas veces había pensando. Que tantas veces había sentido. Intente comenzar el día pero la noche todavía era dueña de este momento. Se hace difícil decidir que hacer cuando el abandono es la sensación que la piel desprende. El reloj no avanzaba, estaba clavado sin ánimos de trabajar. Una huelga generalizada. Una condena para mí. Un castigo injustificado. Una necesidad interminable de abrazarte.
Me desperté y ya no estabas, ¿Dónde te habrás ido? Fueron muchos los días que esperé para volverte a ver y te fuiste tan rápido que no tuve noción del instante que tus besos fueron míos. No recuerdos si así fue o es lo que desee. Ya no estabas y el vacío se hizo lugar, que paradoja. La nada absorbió el todo y yo era uno más en medio de ese desierto. Me desperté pero quería dormir, quería volver a algún lugar que no sea este. A ese lugar donde vos te habrás ido. Me desperté y ya no estabas pero, con resignación y suspiros perdidos en la desesperanza, volví a dormir, quizás mañana, cuando me toque despertar, vuelvas a mí.

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