viernes, 4 de diciembre de 2015

Un viaje

Es el momento exacto para cerrar los ojos y dejarse llevar. Los sueños y las aspiraciones desaparecen en el mismo instante en que la luz se va. Sin embargo, no son sombras las que me rodean. Es un halo de paz brillante y luminoso que remonta la calma como un barrilete. Ya no hay arriba ni abajo, solo se es parte del todo que me convierte y me revierte. Los males y las preocupaciones, borradas de un plumazo. Adiós a todo aquello que aqueja la mente y castiga el alma.
Al cerrar los ojos comienza el viaje hacia donde se quiera. Yo voy a donde quiero. Sin naves espaciales o ampulosos vehículos puedo cruzar océanos y galaxias. Recorrer infinidad de millas sin mover mis pies. Andar por andar. Andar para descansar. No me alejo ni un ápice de donde estoy y, sin embargo, si me tratan de ubicar no podrán hacerlo. Este lugar, este mundo que se esconde al clausurar mis ojos, esta hecho del mismo material que los sueños. Fantasía y aventura. Heroísmo y amor. Pasión y respeto.

No son las alas la que hacen especial este vuelo. Alas que parecieran nacer de mi espalda. Ni la velocidad en la que me muevo. Es, más bien, la posibilidad de ser y hacer. De poder sin temores, de llegar sin sufrimientos. De sacrificios con premios, de palabras con sustento en los hechos. Eso es este lugar.  Pero, la condena es eterna, el único instante donde todo es posible es al cerrar los ojos. Nunca antes, nunca después. Las puertas están siempre abiertas para volver… 

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