viernes, 18 de diciembre de 2015

Ellos se vieron por primera vez...

Ellos se vieron por primera vez pero ya se conocían. Se habían sentido, se habían hablado, se habían acariciado cientos de veces antes de ese instante. Se miraron por primera vez como dos almas que se reencuentran en algún punto del camino. No se dijeron nada y, sin embargo, se dijeron todo. Ellos estaban juntos aunque nunca estuvieron separados, estaban unidos más que nunca.

Ellos se vieron por primera vez aunque eran viejos conocidos, llevaban meses entendiéndose el uno al otro. Conectándose el uno con el otro. Eran el primer chispazo de sus ojos claros en el medio de los de ella. Era el principio de la divinidad hecha tangible y visible. Eran segundos eternos que, para ellos, fueron siglos. El tiempo no existió. Solo Él. Solo Ella. Solos los dos. Los que ahí estábamos,  éramos espectadores estériles e invisibles a su mágica comunión.

Ellos se vieron por primera vez sabiendo que nunca más dejarían de estar juntos, que por más que haya un océano infinito de por medio serian uno para siempre. Ellos sabían que de ahí en más sus vidas no serían las mismas. Sus vidas están vinculadas en el universo, en las estrellas y en sus corazones. Verlos en ese instante es la explicación más simple a cualquier misterio. Verlos, disfrutarlos, es suficiente para saber que mi mundo inicia y termina en ellos.  


Ellos se vieron por primera vez y no dejaron de verse nunca más.  

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