¿Cuál es el
punto de partida de una idea? ¿De dónde surge esa idea que luego pasa a ser un
texto, un cuento o una poesía? ¿Tiene un origen tangible, real o es simplemente
la locura que transita momentáneamente la cabeza del que está a punto de dar
letras a esos pensamientos?
Quizás no
exista una sola razón para dar un principio a todo lo que luego es una
conjunción de oraciones, estrofas, versos, párrafos. Tal vez la manera en que
aparecen en mi las palabras no sea igual en los demás pero, creo que
coincidimos todos, en la necesidad imperiosa de ponernos en marcha en la
búsqueda de una línea que nos permita bajar todo ese conjunto a lo que luego
será el texto mismo. Esa creación pasará a ser una liberación del bagaje que
venimos cargando, consciente o inconscientemente, en nuestro ser. Por eso la urgencia
de escribir, de dar libertad a la locura y así, crear algo que puede ser desde
racional hasta absurdamente genial. Pero ¿de donde viene eso? ¿Qué mueve las
manos a la hora de escribir? ¿Por qué una vez que empezamos no hay manera de
detenernos? ¿De eso se trata escribir? Quizás mi delirio por las letras vaya
por ese lado, por ese camino, de descargar el peso emocional y físico que
genera un pensamiento que es mayor a uno mismo pero insignificante a lo que
puede venir luego. Porque la vida es una obra en constante creación donde
estamos superando, constantemente, nuestras mejores obras. Con la escritura,
para mi, es así, siempre está llegando una mejor. Quizás ésta sea la de hoy.
Pero mañana habrá una mejor.
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