lunes, 20 de febrero de 2012

Este lado de la ventana


Sirenas, frenadas, gritos, autos acelerando y más ruido son la sinfónica que componen esta enorme ciudad. Ruidos variados y de diferentes ángulos llegan hasta mi ventana que mira decididamente al este. El único sonido que descompagina el rutinario compás es el golpeteo incesante de las gotas de agua, de la lluvia que emiten el sonido de un beso metálico en la fría abertura.
Sirenas, autos y gente que grita son la música natural que tienen estas calles. El incansable y aburrido trajinar de los días hacen que mis oídos necesiten un descanso. Atrás del vidrio que hoy esta abierto, atrás, suenan en los parlantes que, a propósito, miran al oeste, los acordes de la música elegida. Desde grandes guitarristas pasando por vocalistas impares hasta poetas que tapan las vibraciones extrañas con letras fantásticas. El acople perfecto de las palabras con las notas hacen de este lado de la ventana el refugio ideal para salir del circulo interminable que provoca la calle y sus ocasionales músicos.
Aquí, hoy, de este lado de la ventana,  hay una conjunción magnifica al punto de ser única. Sin vidrios ni persianas, sin ruidos ni interrupciones, corre el aire fresco de la lluvia de febrero y suena pacíficamente en el aire la dulce voz del silencio en el viento. Solo eso y nada más, como si todos se hubieran ido, como si la lluvia aplacara las fieras. Como si las bestias necesitaran agua para calmar la furia y el ruido. Hoy hay silencio y nada más.

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