sábado, 18 de febrero de 2012

Encerrado


El encierro en estas cuatro paredes me da la seguridad de no sufrir las consecuencias de andar por las calles. Me garantiza, hasta cierto punto, un nivel de confort y tranquilidad que dista mucho de lo que se puede conseguir caminando por las avenidas de esta ciudad, o cualquier otra. No solo por la tranquilidad física de no padecer ni el calor ni el atraco de los que andan a la pesca de una buena oportunidad de hacerse con lo ajeno, sino también, porque es un oasis en medio de un desierto poblado de bárbaros.
Estas cuatro paredes que deben estar ardiendo por los cuarenta grados de térmica, se asemejan en mucho a las de un fuerte del pasado donde su perímetro aseguraba a los que estaban dentro. No solo eso, dividía el adentro del afuera. La libertad y la privación de ésta. Hoy parecen invertidas por completo. Aquí, hoy, es preferible el encierro a andar rondando por cualquier lugar. No es lo que debería ser pero es lo que sucede. No es lo que corresponde pero es lo que nos toca. Hoy los barrotes son los de mi ventana y no los de una celda. Hoy el mundo se parece a la canción de María Elena Walsh.
Estas cuatro paredes que mantienen fresco mi cuerpo y segura mi alma, son el límite entre mi mundo y el resto. Es la garantía de que todo nace desde aquí y luego se constituye hacia afuera. Es el primer paso para hacer fuerte al ser para poder enfrentarse a las aventuras que están esperando ni bien cruce la puerta que, ahora, rigurosamente custodian dos cerraduras. Es el punto de partida pero, también, el refugio para curar las heridas.

1 comentario:

  1. Yo también tengo mi refugio y no lo cambio por nada , hermoso texto mi
    Mogo conocedor de lo mas profundo de mi alma :)
    Felicitaciones ... Una vez mas ...!

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