viernes, 24 de febrero de 2012

¿A dónde voy cuando no voy a ningún lado?


¿A dónde voy cuando no voy a ningún lado? Cuando me quedo esperando, cuando me quedo soñando con lo que no llega. ¿A dónde voy cuando no voy a ningún lado? ¿Dónde van los pensamientos, las palabras? ¿Dónde? Donde estará ese lugar donde van las palabras que nunca saldrán de mi boca. Las oraciones que jamás le diré a nadie. Las plegarias que nunca rezaré. ¿Existirá ese lugar? Donde se acumularan los minutos perdidos cuando estoy parado en medio de la nada, con la vista perdida en el camino que pisé alguna vez. Si nunca podré recuperarlos, debería poder canjearlos. Cambiarlos a mi favor por un amanecer. Por unas horas de sueño. Por estar donde nunca voy a ir.
¿A dónde voy cuando no voy a ningún lado? Cuando quiero irme siempre me estoy quedando. Cuando quiero llegar, siempre me estoy yendo. A contramano. O en mi mano. Siempre armando y desarmando el camino para hacer de él una aventura. Un aprendizaje. Un sueño que jamás soñaré. Las horas soñadas se pierden con la aplastante furia del sol. Con la decisión del despertador al marcar el fin de las posibilidades. Si no se recuperan ¿Podré conseguir un poco de realidad a cambio de ellos?
¿A dónde voy cuando no voy a ningún lado? Cuando pierdo el tiempo y malgasto los sueños en imposibles. En absurdas ideas que jamás llegaran a ser más que una piedra en el zapato que no logran que me mueva cómodo. Hacen que me detenga a cada rato a revisar si mis suelas resistirán los pasos. ¿A dónde voy cuando no quiero ir a ningún lado y, sin embargo, siempre estoy andando, buscando llegar a algún lugar? Quizás algún día llegue sin saber que lo hice. Quizás ya lo pase. Quizás ya estoy volviendo. Quizás ya no necesito ir a ningún lado porque estoy donde debo estar.

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