Al borde
del tiempo, del horario que fue marcado como el final de la oportunidad. Al límite
de ser atrapado me arriesgo a cometer el pecado. A asumir la responsabilidad del
hecho que estoy a punto de realizar. La adrenalina que corre por mis venas, en
el mismo momento que empiezo, hace que no pueda detenerme. Todo lo contrario,
me incentiva más y más para seguir y conseguir el resultado. Los minutos pasan
implacables y parecen más cortos. La alarma está a punto de sonar, le quedarán,
apenas, unos cientos de segundos que, como la luna, van a desaparecer pronto. Acelero
la marcha, muevo más rápido mi cuerpo y sigo. No debo detenerme, cada instante
es tan valioso que desperdiciarlo haría que pierda el momento. Insisto por un
lado, por el otro. Busco formas ingeniosas para ganar un suspiro, para
recuperar lo perdido en los caminos más largos. Un poco por aquí, otro por allá.
Y, sin embargo, el estallido del reloj con su campana metálica me ha vencido. Estaba
tan al borde que sucumbí. Estaba tan al filo que me corte. Adiós al sueño, adiós
al auto lujoso y los millones ganados en la lotería. Adiós. Espero esta noche
encontrarlos mas lejos del limite, mas cerca del comienzo. Por lo menos así disfrutarlos
mas y mejor. Por lo menos no sentir el arrebato tan duro y la realidad tan
pesada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario