martes, 28 de febrero de 2012

Al pasar


Al pasar escuche una frase que no quiero repetir, escuche frustración, indignación. Escuche como la gente se rendía, como entregaban a la suerte el destino de sus decisiones, de sus sueños. Las palabras que ahogaron mi pasaje fueron letales, como un tsunami. Fueron absolutas y devastadoras. Todos cabizbajos, resignados. Nadie veía más allá de sus narices. Ninguno parecía  considerar que el tiempo pasa y, lógicamente, las tormentas también.
Era una esquina repleta de personas de variadas edades, de diversas realidades, de diferentes pensamientos pero, un común denominador, la mansedumbre frente al momento que les tocaba atravesar. No pude escuchar más que eso, una frase y me aleje con el viento. Menos mal que pude huir, temí correr la misma suerte que ese grupo. En mi escape, por suerte, conseguí perder el alcance de mi audición y de mi vista. No los vi ni escuche más, por suerte. Ellos estaban allí, parados sin hacer otra cosa que quejarse. Yo camine, pero con quejas. Me hubiera gustado salir mas rápido de ahí, sin embargo, entendí que era necesario escucharlos para comprender. Para poder continuar avanzando sin negar el pasado.
Hice unas cuantas cuadras hundido en la música, en el paso del camino. Hice unas cuantas reflexiones y al final, repetí esa oración: “Y bueno, que le vamos a hacer”. Sacudí la cabeza a ambos lados y entendí, otra vez, que era un afortunado de haber podido continuar. Pobre esos que pararon y todavía están allí.

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