miércoles, 25 de enero de 2012

De madrugada

Las noches son demasiado largas. Demasiado complicadas, demasiado. Este insomnio que me aborda últimamente lo único que consigue es hacerme pensar. Pensar y pensar. Las conclusiones siempre son fabulosas, increíblemente satisfactorias para mis deseos de dormir. Para mi conformismo de madrugada. Al despertar, lo que había concluido parece una pavada, una total idiotez. Es como volver a empezar. Todo lo que suma en la noche, en la tarde es resta. Simplemente no le encontraba un lado positivo hasta que, casi de casualidad, me encontré con el espectáculo incomparable del nuevo día, del aroma a pan fresco que llega de la panadería de la esquina, de las letras que brotan en medio de la búsqueda del sueño. Estaba agotado de pensar, de querer dormir pero, ahora, me dejo llevar. El sueño llega siempre. A veces más tarde que temprano, pero llega. Los delirios, las locuras, la magia y la razón, lo hacen siempre en el momento adecuado, cuando estoy soñando con los ojos abiertos. Cuando estoy dejando de pensar y disfrutando el encanto de estar vivo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario