Esperaron
ansiosos esos días. Los almanaques de sus habitaciones tenían muchas cruces y
un solo círculo, sobre el 14 de enero. Era la fecha señalada para la salida al
Caribe. Cuba era la playa elegida por Martin, Víctor y Tomás. Eran
inseparables, tanto que desde pequeños se escapaban de sus casas para reunirse
en el campito donde se “vestían” de futbolistas para emular las grandes proezas
de sus ídolos futbolísticos como Kempes, Ardiles o Houseman. Eran especialistas
en enloquecer a sus padres y madres cuando algo se les metía en la cabeza. “La Banda”,
así se llamaban, no paraba cuando quería
algo.
El
día había llegado y los bolsos estaban armados hacia varios. No les faltaba
nada. Martin, el detallista y meticuloso, había puesto todo lo necesario para
bucear e incluso para armar algún “picadito” en la arena. Los demás dejaron
todo en sus manos. Víctor era el fotógrafo del grupo. Llevaba siempre encima la
Polaroid que le habían regalado en la Navidad del 77. Todo quedaba registrado a
través del lente de la vieja cámara. Tomás, pura espontaneidad e improvisación,
su única preocupación era la historia por lo que, lo único que no iba a
faltarle eran libros biográficos e históricos.
Aquel
atardecer del viernes marcado en el calendario amaneció esplendido y culminaba
de igual forma como para enmarcar la salida del grupo. Los tres salieron de la
puerta del edificio del aeropuerto y, como si la oscuridad los escupiera,
fueron apareciendo uno a uno en la plataforma para enfilar al avión. Los
muchachos revelaban una alegría que era evidente en los efusivos saludos hacia
los que fueron a despedirlos.
Cuando
llegaron a las escalinatas, antes de subir, Víctor tomó su Polaroid y le pidió
a otro pasajero que les tomara una fotografía. “La Banda” abrazada y sonriente
quedo tallada en esa instantánea. En ese papel quedó la última sonrisa
registrada de los muchachos que corrían en los baldíos del barrio y enloquecían
a los vecinos. Fue lo único que apareció intacto luego de que el Boing de
Cubana se estrellara en plena carrera de despegue y consumiera en sus fuegos
las esperanzas de estos pibes que ya no volverán.
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