viernes, 20 de julio de 2012

Mientras


Mientras estoy pensando en la manera de no pensar, intento canalizar el rumbo de mi mente hacia un destino algo diferente. El sol está rendido a los pies del horizonte y la luna comienza reinar sobre nuestras cabezas. Algunas estrellas asoman y yo, todavía, sigo empecinado con mis circundantes historias. Hay un halo de tranquilidad en la noche que comienza y, a la vez, un alboroto lógico producto de los festejos. En realidad es excusa para festejar, para colmar la ciudad y desbordar bares con júbilo y regocijo. Yo, sigo sin avanzar. Estoy detenido en la mirada, en los ojos, en la sonrisa. El movimiento de autos comienza a hacerse sentir y las bocinas empañan los albores de la noche. Coloridos y fervorosos invitados se reúnen alrededor de mesas apiladas en lugares imposibles.  El espacio físico no afecta ni es detalle a tener en cuenta, las masas se mueven para festejar y en la alegría no hay molestias ni modestias.  Todo está listo menos yo, estoy atascado en la idea de ir o volver, de sentir y  soñar. Lo que gira se transforma en un paisaje que no miro pero son coloridas expresiones de un mundo cada vez más monocromático. Estoy al borde, en el filo del abismo de una ilusión lejana y remota que comienza a parecer el mundo. No solo por lo alocado sino, también, por lo grande e increíble. Estoy al pie del encuentro o el desamparo pero siempre con la ilusión de la mano.

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