viernes, 20 de enero de 2012

Una oportunidad única

-Seis dólares - me dijo Román. Una ganga, un verdadero negocio que no podemos dejar pasar. Saqué de inmediato mi calculadora, la vieja maquina china que había comprado en los puestos de Once. Hice rápido la cuenta y sí, tenía razón. No podíamos dejar pasar esta oportunidad. Mire a los ojos a Román y le dije: - ¡No llego! ¿Qué hacemos? Su cara fue para no olvidar. Se le desfiguraba el rostro de la pena. La bronca que esbozaba en esos ojos era increíble. Metí la mano en el bolsillo y busque con la esperanza de que hubiera algo, una moneda, un billete, lo que sea que nos complaciera con esta ocasión única.
De repente, escucho que el vendedor propone cerrarlo en cinco si no llegamos. Nos volvimos a mirar, revisamos los números, hicimos cálculos. Volvimos a revisar las billeteras. Hasta las estampitas sacamos pero, milagrosamente, conseguimos lo que hacia falta. Cuando le estábamos por entregar el dinero, Román agarro el disco. Lo abrió y dijo: -No, no, no, no- repetía sin parar. -¿Qué pasa? - Le pregunté. Me miró pero, esta vez con otros ojos, de sorpresa y, mostrándome el CD en la mano, me dijo: -No es el juego que buscamos, este es el que compramos la semana pasada. No vale la pena- Guardamos las monedas, los santos, los botones, todo lo que habíamos acumulado ahí y nos fuimos. Casi perdemos cinco dólares en un juego repetido. Un alivio que no fue así. Habrá que seguir esperando la oportunidad única.

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