lunes, 9 de enero de 2012

Un instante más...


Hacia tiempo no me pasaba las noches así, mirando el cielo. Contando las estrellas, las únicas testigos de mi absoluta y completa relajación. El viento suave y la vibración de las hojas de los árboles que pueblan el jardín hacen de esto una verdadera melodía. Un par de luces surcan el cielo, una roja y una verde. Y una blanca que apenas puede verse. Así que, además de los músicos de ocasión estoy solo con mi soledad. El primer pensamiento que me aparece es de paz, de relajación. Los conflictos de mi existencia están en una tregua circunstancial, los dramas se han convertido en comedia y, lo mejor, la exaltación que produce la vida en la ciudad están de paro ya que estoy completamente solo. Como Robinson Crusoe pero sin Viernes. Así mismo, me siento complacido por este instante. Luego, sumido en un estado prácticamente de meditación con el universo, se acopla al paisaje y sus sonidos, el canto de un grillo que profundizaba aun mas mi comunión con esta tranquilidad.  
Y entonces, sucedió. El vecino de al lado puso la música hasta el máximo. El atronador ruido de los parlantes destronaron al silencio. La paz sucumbió ante la debacle que origina el aparato de audio. Adiós a mi noche, adiós a las estrellas. Ya estaba escrito, no podía durar mucho este paraíso terrenal

No hay comentarios:

Publicar un comentario