¿Fueron
muchas las preguntas, los interrogantes expuestos? El ir y venir, el constante
planteo de la duda, hace que las certezas se nublen. Mientras más dudas en el
camino, más difícil responder a las originarias. Fueron muchas las preguntas,
¿Para qué tantas? Fue lo que me dijeron. Comprendí que las vueltas solo están
en la calesita, o en la cama en una noche de insomnio. ¿Por qué tantas
preguntas? ¿Hace falta? Fue otra de las sugerencias recibidas. ¿Es necesario
seguir preguntando? ¿Seguir ahondando en cuestiones que, quizás, no tengan una
respuesta? Puede ser. Aunque, ayer no lo sabía. Hoy puede que sea cierto. O no.
No creo que tenga sentido hacer demasiadas preguntas. Mientras más se discute
algo, o a alguien, más se aleja uno del primer punto a aclarar. Sin embargo, es
necesario aprender a hacer pocas preguntas. Pocas pero adecuadas. Pocas pero
certeras, que vayan directamente al meollo, al quid de la cuestión. La eficacia
nos ahorraría tiempos, palabras y, sobre todo, preguntas.
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