viernes, 27 de enero de 2012

¿Más preguntas?


¿Fueron muchas las preguntas, los interrogantes expuestos? El ir y venir, el constante planteo de la duda, hace que las certezas se nublen. Mientras más dudas en el camino, más difícil responder a las originarias. Fueron muchas las preguntas, ¿Para qué tantas? Fue lo que me dijeron. Comprendí que las vueltas solo están en la calesita, o en la cama en una noche de insomnio. ¿Por qué tantas preguntas? ¿Hace falta? Fue otra de las sugerencias recibidas. ¿Es necesario seguir preguntando? ¿Seguir ahondando en cuestiones que, quizás, no tengan una respuesta? Puede ser. Aunque, ayer no lo sabía. Hoy puede que sea cierto. O no. No creo que tenga sentido hacer demasiadas preguntas. Mientras más se discute algo, o a alguien, más se aleja uno del primer punto a aclarar. Sin embargo, es necesario aprender a hacer pocas preguntas. Pocas pero adecuadas. Pocas pero certeras, que vayan directamente al meollo, al quid de la cuestión. La eficacia nos ahorraría tiempos, palabras y, sobre todo, preguntas.

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