La hipocresía argentina nos hace parte del
dolor de una familia mientras el cuerpo de la victima todavía esta caliente. Cuando
el frío borro los rastros de vida volvemos a la rutinaria vida donde recordamos
al muerto pero ya no lo sentimos como parte de uno mismo.
La hipocresía argentina es tan fuerte que
mañana, cuando otra chica o chico muera, sea violado y aparezca destrozado
volveremos a ser solidarios y realistas. La mentira que vivimos día a día nos
convierte en parte de todas las falsedades que caminan con nosotros en
cualquier calle de este ancho y largo país.
La hipocresía argentina es así. Es triste y
lamentable, decadente pero por lejos cada vez mas abundante. Vivimos como
queremos y como nos dicen porque, parece, a nadie le molesta, todavía, la
piedra en el zapato. A nadie le asusta que esta realidad de hoy empeore mañana
y tengamos que aprender a vivir escapando para poder llegar a contar, algún día,
que hemos sido más rápidos que las balas de la delincuencia.
La hipocresía argentina es así y cada día está
peor.
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