sábado, 14 de enero de 2012

Al amanecer

Tengo incrustado en mi pecho un sentimiento de desesperanza tan grande que me da miedo vivir el mañana. La posibilidad de una extinción de los sueños hace que no quiera despertarme. Mis ojos miran el cielo, como si buscando una excusa, una razón para poder creer que con el amanecer se renovarán la esperanza y el deseo. Es una búsqueda en la que estamos solos y librados a nuestra propia suerte. Nadie puede decirnos que todo estará bien si nosotros no hacemos algo por conseguir ese bienestar. Esta nueva historia comienza a parecerse a una película de Alfred Hitchcock donde la psicosis y el vértigo están disponibles en todas partes. Estamos sumidos en una semblanza sin guión pero con pronóstico de tormentas y graves daños. Una sensación que nos abandona por completo pero, a la vez, nos acerca mas a nuestro propio ser, al alma para poder abordar con valentía y decisión lo que nos toque enfrentar. Y si mañana el sol no nos devuelve la pasión y la ilusión tendremos que inventarla, armarla otra vez con la convicción de que no vuelva a desaparecer.

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