jueves, 20 de septiembre de 2012

Es mucho lo que deberia decir...



Es mucho lo que habría que decir y escribir,
es mucho lo que debería de redactar y gritar,
es más, todavía, lo que siento y lo que creo,
es tanto lo que urge y el tiempo tan escaso,
es limitado el espacio y abundantes son las ideas,
es mucho lo que hay que declarar sin aclarar,
son desbordantes los sentimientos y nulas las vías de escape.
Es mucho lo que debería decir y escribir,
sin rodeos, sin excusas,
en esta declaración sin formas,
de esencia profunda,
con la fuerza y la magnitud de la verdad,
con la sencillez de un corazón entregado,
con la constancia de un cuerpo ajado y doblegado,
con la certeza de esta utopia atrapada pero en libertad,
con la majestuosidad de esta estrella fugaz eterna y constante,
con la singularidad de tu compañía,
con la felicidad de las coincidencia,
pero no digo nada.
Es mucho lo que debería decir y escribir
pero tus ojos ya lo reflejan todo,
tu boca ya recitó la dulzura más melosa,
es mucho lo que debería decir y sin embargo,
te amo seria mejor,
un beso de tus labios el resumen,
tu abrazo el final perfecto.
Seria mucho lo que debería decir y sin embargo,
ya esta todo dicho y no dije nada.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Pensaba en el tiempo



Pensaba en el tiempo,
en los trazos de existencia perdidos en el olvido,
en los suspiros ahogados en la memoria,
en las metas jamás alcanzadas,
en los besos degenerados en labios siniestros.
Pensaba en el tiempo,
en ese tirano complemento que rige y dirige,
en lo que fue alguna vez,
en lo que podría haber sido pero nunca fue.
Pensaba en el tiempo,
en los minutos convertidos en horas
en los instantes congelados para siempre,
buenos o malos desde ayer eternos,
desde mañana secuestrados en el mas allá,
en los inconclusos que jamás conocerán el final
en los finales que jamás conocerán los principios.
Pensaba en el tiempo,
como herramienta de medida
como circunstancia de esta era
como excusa de los relojeros,
como acumulador de lágrimas y sonrisas jamás borradas.
Pensaba en el tiempo,
y los segundos se han ido,
y las palabras se han perdido
y el instante se ha convertido en otra oportunidad,
en otro encuentro,
en otro olvido,
en otro volver a empezar.

jueves, 6 de septiembre de 2012

La esencia del paraguas



La esencia del paraguas es, fundamentalmente, negarnos la sensación del abrazo espontáneo y constante que produce la lluvia. Alejarnos de esa impresión, de ese beso helado que cae en cada centímetro del cuerpo mientras, el resto de los que andan, corren para evitarlo. No es solo un instrumento que genera un límite entre el deseo de las gotas de posarse en nosotros y los de abajo que se esconden, es una barrera infranqueable y capaz de amargar al portador. Ninguna persona que lleva un paraguas en su mano, por más colorido y gracioso que sea, es capaz de sonreír. Ninguno. Todos de cara larga, casi arrastrando el agua que se acumula en las veredas y midiendo que el saco o la campera estén impecables. Ellos, que lo niegan, se pierden semejante espectáculo gratuito y abundante en estos últimos días.
La esencia del paraguas es, sin dudas, alejar las sonrisas, apurar a los que caminan, acumular automóviles y plagar de desconsiderados portadores de este arma que van ocupando los “techitos” que dan refugio a los que no le temen a la lluvia. Es paradójico, como los vendedores que mas se mojan son los que mas venden. Aunque dure dos días, o una hora, hay que comprar uno. Deja de ser milagroso al encontrar miles de puestos con un solo producto: paraguas. ¿Tendrán un stock acumulado para salir a inundar las esquinas? ¿Harán danzas que atraigan la lluvia para recaudar más? ¿Qué harán? Hoy, en estas horas de diluvio absoluto, el paraguas ha pasado a ser más importante que el celular o cualquier otro objeto vital.
Sin rodeos ni mayores explicaciones, la esencia del paraguas es,  definitivamente, la de alejarnos mas y mas de la naturaleza y sus dones tan preciados. De ponernos más distancia de lo que creemos del que camina a nuestro lado porque, aunque no lo crea, ya ni miramos ni tenemos consciencia si el que se está mojando lo hace feliz o no. El paraguas no solo divide a los secos y a los mojados. También lo hace de los que disfrutan la lluvia como del sol porque, sin lugar a dudas, esto también va a pasar y el agua, en algún instante, también dejará de caer. Algunos lo entienden otros, no.