martes, 27 de marzo de 2012

Dije que no volvería...


Dije que no volvería a caer en esta tentación. Que no volvería a repetir los vicios y errores cometidos a lo largo del tiempo. Y aquí estoy, reincidiendo. Aquí estoy, nuevamente, abriendo el pecho para que mi corazón vuele y sea sincero, otra vez.
Dije que no volvería a pisar los caminos que me llevaron a la condena y el sufrimiento. Que evitaría cualquier camino sinuoso y complicado con el fin de asegurarme un poco de tranquilidad. Y aquí estoy, nuevamente, rodando cuesta abajo en un atajo que promete acortarme distancias y dolores. Que me prometió sonrisas y placeres.
Dije que no volvería a soñar mientras estuviera despierto, que me limitaría a cerrar los ojos cada vez que quisiera ir mas allá de lo que mi cuerpo puede. Que no permitiría, nuevamente, sentirme limitado por las ataduras que le impongo a mi alma cuando no puedo volar. Y aquí estoy, en el aire, flotando como un ave que comienza su travesía migratoria por los fríos que se avecinan. Aquí estoy, con los ojos abiertos viéndote de frente y soñando.
Dije que no volvería a derramar lágrimas inútiles e innecesarias, que no permitiría volver a doblegarme ante la compasión de mis semejantes a causa del dolor que brota de mis ojos. Dije que iba a ser fuerte y hoy vuelvo a ser frágil. A sentir el ardor en el corazón que se aprieta cada vez que suspiro porque no puedo besar tus labios. Porque no puedo abrazarme a tu cuerpo y reposar allí, eternamente.
Dije que no volvería a hacer tantas cosas y siempre olvide que mi esencia, mi ser, no esta en la vereda que quise pararlo y hacerlo andar. Quise caminar cuando sabia que mis alas no lo permitirían. Dije que no volvería a amar y aquí estamos, juntos. Vos y yo.

lunes, 26 de marzo de 2012

Una porción de tranquilidad


Son las 9.33, exactas, en mi reloj y pareciera que es el único que avanza y descuenta vida. Los segundos siguen siendo implacables en la acumulación de pasado y todo a mí alrededor parece congelado. El Café que siempre está superpoblado, hoy, esta desolado. Vacío. Nadie ocupa las sillas y mesas de roble tan codiciadas en otras horas. Solo se puede ver al dueño limpiando la barra. Nadie más, nadie menos. La fuente, que algunos llaman de los deseos pero lo único que hace es apilar historias frustradas, está detenida. Los siete chorros de agua descansan o toman impulso. Creo que son ambos al mismo tiempo.
La hora: 9.48, quince minutos mas, o menos, según como se lo mire, y el silencio se vuelve ensordecedor. La quietud muestra que, en algún momento, la ciudad duerme. Lo hace como  trasnochado, como noctámbulo, hasta varias horas después que el día le gano la pelea a la noche. Ni un atisbo de vida se desprende en estas calles donde las ofertas son persianas metálicas y abundante quietud. Sin consumidores no hay consumo, ni caos ni multitudes curiosas. Nadie. Nada. Solo mi libreta y yo.
Avanzan los minutos y mi reloj suena apuntando las 10, exactas. El paisaje sigue igual, dista de cambiar. Por el contrario, mi sola presencia ya parece turbar la dormida existencia de los que habitan este pasaje. Comienza a ser una bendición esta soledad, esta calma general. Me siento colonizador de estos pocos metros de desierto humano en medio de una gran ciudad.
Cuarenta y dos minutos llevo esperando y recién aparece el primer caminante. El primer madrugador (?) que, parece dar el puntapié inicial a una oleada de personas hambrientas y consumistas. Detrás de él, la muchedumbre que comienza a poblar los rincones. Los ruidos y las voces comienzan a callar al silencio dilapidando su presencia. Las persianas se levantan y se hace visible un mundo detrás de ellas. Casi instantáneamente, empieza el recorrido ansioso de los compradores que miran azarosos en qué fulminar los ahorros. No hay dudas que siempre habrá cosas inútiles que comprar y luego, desechar. Sin dudas la ciudad ha despertado. La presencia del fragor sonoro lo demuestra. Se nota porque ya no se puede disfrutar de la calma y hay que comenzar la travesía de esquivar a los apurados, evitar a los lentos y a los perdidos. Habrá que salir y encontrar alguna calle donde la ciudad todavía duerma la siesta para volver a ser dueño de una porción de tranquilidad. Para volver a sentir el silencio y la paz.

domingo, 25 de marzo de 2012

Discurso absurdo


Cada día que pasa me parece más acertado pensar que la gente, la que habla por hablar, la que despilfarra palabras al viento como si estuviera en una clase magistral, no sabe hacer otra cosa. Viven de ese discurso ficticio donde todo lo que exponen tiene una base tan frágil como un cristal. Los fundamentos: inexistentes. Y ya no pasa por saber o no, va más allá, hasta el punto de pensar en el por qué de esta clase de gente. Las razones que llevaría a una persona, medianamente, con cierta coherencia a hacer este tipo de espectáculos vergonzosos. Siempre llego al mismo punto sin retorno. Sin respuesta. No hay una explicación lógica, no hay prueba científica de que esta gente sea, como dicen en sus disertaciones, los expertos en casi todas las ramas de la vida. Quizás lo hacen porque necesitan atención, quizás sea para demostrar algunos conocimientos adquiridos recientemente o, la mas probable, para convencer al resto de la conveniencia de su amistad. ¿Conveniencia de amistad? Claro un, supuesto, genio es una referencia extraordinaria para seguir la cadena de charlatanerías. Totalmente descabellado.
Cada día que pasa me parece increíble la cantidad de gente que se preocupa más por lo que carga en su cuerpo que por lo que éste lleva dentro. Y no hablo de órganos o material anatómico. Hablo de los sentimientos, de los pesares y las alegrías. De los pensamientos profundos y los sueños que alimentamos a diario que, sin dudas, son el motor necesario para poder dar el siguiente paso a cada instante. Casi al punto de tomarlo drástica y definitivamente, creo que estamos en una pendiente tan pronunciada que no podemos ver donde se detiene la inclinación y, con suerte, podríamos frenar. Condenados a sufrir las consecuencias de locuaces aburridos con falaces predicciones que solo cuidan de verse bien y sin preocupaciones (ni mucho menos ocupación) de trascender. Hoy es el día pero mañana llegara y cuando lo haga, no habrá lugar para seguir repitiendo una y otra vez las mismas adulaciones, los mismos engaños. Habrá que renovarse y reinventarse para no caer en el rubro que esta calaña de personas ocupa y desborda. Habrá que soñar para reconocernos ignorantes y, desde allí, avanzar hasta que demos con el hombre que vemos cada vez que cerramos los ojos. Para dejar una verdadera huella en el suelo que pisamos. Y sino, siempre habrá lugar para uno mas. Entre tantos no se notaria.

sábado, 24 de marzo de 2012

Los sábados a la mañana


Los sábados a la mañana, en la radio, no hay absolutamente nada. Así de rotundo y definitivo es mi planteamiento de que el éter, durante esas horas, está plagado de programas que no hacen más que decir cosas que ya se dijeron, valga la redundancia, a lo largo de la semana previa. Estos espacios radiales que pueden variar en duración, se vuelven aburridos y sin ideas renovadas para mantener una audiencia expectante del aparato radiofónico. Es como si todo lo bello de ese universo se viera frustrado cada amanecer de sábado. Incluso los relatores, comentaristas, periodistas o conductores, el que estuviera al frente del micrófono, tiene una extraña manera de afrontar lo que será su sección. Algunos tienen la voz gastada por los años, otros amateurs en el oficio y, la mayoría, expertos en un tema pero ajenos al manejo de un publico deseoso de disfrutar lo que salga del parlante del receptor.
Los temas o mejor dicho, EL tema que domina gran parte de las radios es el campo. Informes de haciendas, valores de los cereales, estado de los mercados cambiarios, precios, pronósticos meteorológicos y cuanta variante se pueda pensar relacionada con el mundo agropecuario. Es definitivamente aburrido para los que estamos fuera de ese circulo selecto. Eso es determinante para que aquellos que estamos permanentemente escuchando ese aparato maravilloso.
En definitiva, los sábados a la mañana no vale la pena escuchar la radio. Es mejor apagarla y no sufrir con las noticias viejas o los pronósticos con el diario del lunes. Sin dudas, poner un disco o, en estos tiempos, un mp3 es mucho más saludable y entretenido. Es la pausa necesaria para volver a entrar, anímicamente, sanos y salvos a lo que será un nuevo día, un nuevo encuentro en el mundo radial.

viernes, 23 de marzo de 2012

Estuvimos acompañados


Estuvimos acompañados en medio de la soledad,
en la más absoluta desidia de encontrarnos solos.
Estuvimos separados,
pero nunca divididos,
nunca quebrados ni esparcidos.
Separados, simplemente.
Tu alma iba por un camino,
mi alma volaba por otros cielos.
Estuvimos acompañados en medio del caos,
del desorden generalizado que significa estar lejos,
estar abandonado a la suerte,
a la caridad de dar con el destino,
de enfrentar una realidad convertida en posibilidad,
en retorno.
Mientras mis pasos estaban solos,
hubo una huella que levantaba polvo,
que sacudía el suelo mismo,
que hacia oscilar las nubes
y dudar a los pájaros.

Estuvimos acompañados en un desierto,
en una ciudad plagada de rostros sin forma,
en un universo superpoblado
pero solos y acompañados.
El mundo detenido en ese instante,
el tiempo encallado en ese segundo,
en esa mirada.
Estuvimos solos pero acompañados pero rodeados de gente
sin ver a nadie mas que a nosotros
porque el mundo estaba varado esperando,
exigiendo con determinación y aplomo que sucediera,
que fuera, al fin, el beso consumado.
Estuvimos solos pero acompañados pero nunca más separados.

jueves, 22 de marzo de 2012

No solo son lágrimas


A veces las lágrimas son la puerta de salida de muchas emociones. Los males que pueblan el alma consiguen abandonarnos, al fin, cuando el torrente de agua salada que parte de nuestros ojos comienza a inundar las mejillas. Acompañado de la molesta sensación de no poder respirar. El ahogo es insoportable y parece estar solo para sumar un detalle más en medio de tantos pesares. Como si con lo que uno tiene dentro del alma no fuera suficiente, debe lidiar para conseguir bocanadas de aire que permitan seguir socavando las penas. Achicando el dolor solo a través de ríos de lagrimas, a lo largo de angustiosas horas de soñar con que “esto no tendría que pasar” o, la mas común, “por qué a mi”. Es necesario que, de vez en cuando, se limpien las cicatrices y se laven las heridas marcadas en el corazón.
Algunos entienden que no son molestas y las aceptan. Las comprenden. Las superan. Cuesta y duele pasar por encima de ellas y, con suerte, llegar del otro lado airoso. No es imposible. No es cosa de héroes mitológicos o de súper personas que nunca los detienen nada. No. Se puede si se quiere. Se avanza cuanto se desea y se pierde lo que se olvida. El sollozo solo tiene un fin, recordarnos que somos mortales. Que podemos volver a empezar pero, esta vez, con algo de ventaja. Con el beneficio de haber llorado antes, de haber sufrido los pasos previos. Si este fue suficiente y la memoria abundante, no habrá forma de volver a pisar las sendas oscuras. Y si se repiten los ríos serán distintos porque habremos crecido. Habremos entendido que estamos por la vía correcta para ser lo que nos propusimos ser.  O, en todo caso, habremos acertados ciertos puntos ¿O acaso no se llora de felicidad?

miércoles, 21 de marzo de 2012

Un día más


Finalmente aquí estamos, parados en el comienzo de lo que será un nuevo día. El sol esta a punto de tomar el dominio de los cielos marcando, otra vez, que el rige a su antojo los destinos de la luz. Los pájaros comienzan a volar de un lado al otro como los autos que, con el comienzo de las horas, van en aumento. El hormiguero humano que puebla esta región revive con el despertador, al igual que los insultos porque todavía es martes. Van y vienen agolpados y en el mismo instante. Siempre pensamos que todos salieran cinco o diez minutos antes o después, las calles serian pasajes desolados y no tuberías atascadas de transito. Todavía creemos que los demás van a pensar como uno y, por las dudas, insistimos que ellos hagan lo que nosotros creemos que van a hacer, y no hacen, ¿O esperabas otra cosa? En definitiva, el día sigue su despertar, lento y cansino. La temperatura todavía es agradable aunque el otoño empieza a dar muestras de su cercanía. Hay que disfrutar de los veinte grados de hoy, mañana pueden ser muchos menos. Las lluvias son bendiciones, un rato. Luego, comienzan a ser castigos y problemas para los mismos que pidieron esa agua del cielo. ¿Se nota que somos complicados no? Salir de casa es simple, llegar al trabajo no tanto. Ya hemos dicho lo que pasa con el transito y el clima. Pero esa aventura, si se la disfrutara, haría que, por lo menos, arrancáramos con una sonrisa. Ah, no, claro. Madrugar solo ayuda a Dios, o al que invento el refrán, porque al resto parece bendecirnos con un malhumor poderoso. Pero como Superman tiene su cryptonita, este tiene al café, que es la cachetada perfecta para volver a sonreír.
En definitiva, aquí estamos, empezando lo que va a ser otro condenado martes, donde todavía faltan tres días para el viernes, para descansar y dormir hasta que el sol este pleno y radiante. O hasta que nos despierte el hambre. Quedan por delante diez horas de trabajo y un rato mas de vuelta a casa para poder respirar y decir, simplemente, un día menos.  

martes, 20 de marzo de 2012

Volver a creer


Imposibilitados de entrar en un corazón sellado. En un alma obstruida por los años de sufrimiento, por el tormento de haber padecido el encuentro constante con el dolor. Nunca existirá la posibilidad de borrar de la memoria los acontecimientos que se marcaron con fuego. No se irán ni dejarán de pesar las palabras que fueron condena, que fueron sepultura de tantas ilusiones. Estarán allí, compartiendo el espacio y, quitándole sitio a todo lo que pueda ser regocijo. Esa constante de no poder sumar algún día, deberá terminar.
Los imposibles no existen, solo hay metas mas lejanas que otras. Aquellas que no se ven no es porque no existen, no, por el contrario, habrá que hacer un esfuerzo mayor para conseguirlas. Habrá que destapar los sellos. Abrir las alas que los años ataron y que las palabras aniquilaron. Habrá que sacudir el cansancio y soñar con lo que estaba vedado. Habrá que poner en marcha el motor de la voluntad para empezar a dejar atrás el dolor. Habrá que abrir los ojos, bien abiertos, para poder elegir. Habrá que ser dueño y director de los hechos que mi vida deba enfrentar. Habrá que ser valiente y temerario para no doblegar el espíritu ante las dificultades y la perversidad de los que intenten detener la embestida contra la realidad.  Habrá que ser escritor y artista para poder dar forma a la historia, nuestra historia, como la obra más perfecta y genial que alguien pudiera crear. Habrá que salir y enfrentarse a los miedos, los pensado imposibles, para comenzar a dar los pasos que lleven a soltar las amarras que condenan un corazón. Que detienen un alma. Habrá que ser hombre, o mujer, y arriesgarlo todo para conseguirlo todo porque solo así, y de ninguna otra forma, los sueños se harán realidad. Para conseguir, para impedir, que el dolor sea el primer motor para alcanzar los horizontes lejanos y no el primer freno. Para llegar más lejos y mejor. Para volver a creer y ser feliz, otra vez.

lunes, 19 de marzo de 2012

Esperando desespero


Y justo cuando pensé que todo tenía un sentido, la realidad dijo no. La mañana que borra la memoria de los caballeros y, a la vez, alimenta el ego de los mismos, consiguió alejarme de los brazos que me dieron calor cuando el frío fue absoluto. El impacto, tremendo e implacable, contra los muros que la vida levanta frente a nosotros es terrible. Es trágico pero necesario, así vamos aprendiendo a escalar mas alto para poder alcanzar los sueños, las estrellas.
Pareciera ser que tienen un acuerdo la noche y la mañana, cuando la primera se va, se siente como desaparece la sensación que dejaron tus dedos al recorrer mi espalda durante las horas donde solo reinaba la luna. Se evaporan los besos que me ahogaron durante las horas de penumbras. Se calman las mariposas que habitan en mi panza desde hace mucho tiempo. La crueldad del amanecer se vuelve letal cuando es mi deseo que la negrura se vuelva interminable como tu presencia y tu alma incomparable.
En ese batallar de luces y sombras, donde el comienzo de algo, siempre, va a dar fin a otros, la ausencia se volverá notoria y la necesidad inexorable. La prisa estará impuesta en recobrar las horas ya vividas, en repetir las experiencias donde solo hacían falta alas, imaginación y caricias. Mi pensamiento se verá abordado por las imágenes de lo que fue tu compañía, de lo que fue estar juntos.
El avance del sol durante su viaje a lo largo del cielo se hace interminable. La tortuosa espera a que la luz baje y el reloj finalice su vuelta, ponen a prueba la fortaleza de los nervios, del cuerpo ansioso. Las horas avanzan, los minutos desaparecen y los segundos ya, casi, no cuentan. La proximidad se hace inevitablemente necesaria y urgente. Y, justo cuando la realidad comenzaba a ser abrumadora, apareciste en el horizonte. Volvió el calor y la revolución en la carne. El alma vuelve volar, nuevamente, hasta que la realidad la haga aterrizar. Hasta que comience, otra vez, el conteo para el siguiente encuentro.

domingo, 18 de marzo de 2012

Arriesgarse


Hay que arriesgarse,
asumir el desafío de ganarle al miedo,
de conquistar las furias,
de mover la voluntad,
de ir más allá de lo que se espera.
Hay que arriesgarse
a soñar y construir ese sueño,
a dar el primer paso,
a dar el siguiente,
a no detenerse.
Hay que arriesgarse a ser,
a creer en quien somos,
a pelear por lo que somos,
confiar en lo que creemos,
pensamos,
queremos,
amamos.
Hay que asumir la responsabilidad
del miedo,
del desafío,
de los imposibles
de hacer que mañana sea como hoy lo pienso,
como hoy lo siento.
Hay que arriesgarse y luchar,
luchar y no entregarse,
no abandonar nunca
no dejar de creer
porque algún día el riesgo desaparecerá,
porque algún día el sueño será
y se hará real.

sábado, 17 de marzo de 2012

Una voz en francés


Una voz en francés que suena en el aire hace que el frío sea menos punzante. El filo del viento deja de cortar la piel con saña, como lo estaba haciendo hasta que, milagrosamente, se escucharon las primeras palabras: “Des nuits d'amour a ne plus en finir/un grand bonheur qui prend sa place/des enuis des chagrins, des phases…” Haciendo que el alma se transportara lejos del helado presente que rodeaba el cuerpo. La música de esta mujer mágica, capaz de rescatarnos, de sacarnos de allí, nos doblega por completo, nos hace humanos y nos vuelve pequeños. Nos acerca. Nos acaricia con suavidad.
Una voz en francés, en un idioma extraño donde no entendió lo que dice pero siento como esas palabras recorren mi cuerpo cargándolo con sensaciones agradables. Lo abraza y le devuelve la paz en cada nota que produce esta mujer celestial. Y digo celestial porque es lo más cercano a estar volando. Es cerrar los ojos y sentir los pies que flotan. Es aceptar que este es el último instante y después, después Dios dirá. Por ahora, solo importa que la música no acabe. Que la función sea eterna para mantenernos excluidos del beso helado que a cada segundo nos puede tocar. Distantes de la sensación de realidad, del espanto de vivir ese tortura gélida.
Una voz en francés que nos pone a soñar y a soltar las amarras que nos hacen pesados y pesimistas. Que nos abre las alas para despegar con destino al infinito o aquí nomás, no tan lejos. Viajar a cualquier sitio con esta música salvadora aprovechando el hipnótico efecto donde, ya no se si es la mujer, la voz o el idioma ajeno el que hace delirar en armonía. El que relaja los músculos y despereza el alma. Quizás sean todas, quizás sea yo. Quizás sea el frío. Quizás no sea nada y todo fue una suposición.

viernes, 16 de marzo de 2012

Ya se van


Ya se van y el silencio vuelve a la paz a reinar donde, alguna vez, solo existió guerra. Ya se están yendo, se alejan despacio el odio y la envidia. Van abandonando los caminos que, hasta hace poco, fueron desbordados y colmados de tanta violencia. El tiempo cura las heridas pero no borra los recuerdos. Las marcas serán eternas. Indelebles. A su paso se nota el cambio. Los colores son nuevos. El negro cambia por un brillante blanco. El fuego es ahora riego y renacer. La oscuridad pierde lugar y la luz comienza a bañar los jardines. La historia parece lejana, el presente parece prometedor.
Ya se van y los sentidos permanecen inmóviles e impasibles frente a la sorpresa. El miedo esta doblegado y rendido, no tiene la fuerza que tenia ayer. La censura y la mutilación de las palabras es cosa del pasado. Los malandras y delincuentes están exiliados o encarcelados. Los estafadores fueron estafados y ahora sufren la bancarrota total. Los educadores y formadores de hombres y mujeres son dueños de la realidad. Son hacedores de este instante y los que vendrán. La corrupción es una palabra que solo existe en el diccionario. Solo se la conoce cuando se visita los países vecinos.
Ya se van y la alegría es generalizada, el regocijo y la felicidad son auténticos. Interminables. La esperanza vuelve a crecer en los campos y las sonrisas ya no son exclusividad. Ya se van, ya se van las horas de sueño y habrá que despertar. Ya se acaba el país de las maravillas, ese que soñamos a diario. Que pena tener que despertar, que pena tener que abandonar esta Argentina de ensueño para enfrentar la otra, la del espanto, la de la desigualdad, la del ultraje, la violencia. Que pena habrá que continuar. Habrá que buscar el sueño en la realidad.  

jueves, 15 de marzo de 2012

Acostumbrados


La vida se basa, simplemente, en un acostumbramiento constante a las situaciones, personas, hechos, cosas y circunstancias. Vivir, necesariamente, es adaptarse a todas esas cosas diferentes que suceden a nuestro alrededor y, con todo eso, hacer algo que no nos destruya en el momento. Nos acostumbramos a vivir realidades que no deberíamos, ni siquiera, considerar como posibles pero, todo lo contrario. El abuso, la violencia, el desinterés, la falta de respeto, todos comunes denominadores que muestran, y demuestran, que vivimos inmersos en un mundo plagado de todas ellas y, más triste aún, con promesas de expansión.  Las virtudes, los valores, los sentimientos, todos bastardeados y vapuleados a más no poder (si se pudiera más, lo harían), desvalorizados y denigrados a la máxima potencia.
Pero, si vivir no es acostumbramiento y es un hacer y hacer día a día para tratar de crecer, aprehender, compartir y, sobre todo vivir ¿Por qué seguimos dejando que sucedan hechos inauditos? ¿Por qué seguir recostados en la cama mirando la realidad por la ventana mágica que, alguna vez llamaron televisión? ¿Por qué no dejar de vivir expectantes con vanidades y cambiar la realidad? ¿Por qué no hacer algo? Claro, ahora entiendo. Es mas fácil dejar que el tiempo pase y aprovechar el propio para cruzar los dedos, rezar o lo que sea, para que sigamos excluidos de las fechorías que suceden a diario. Total, mientras sea al vecino al que lo afanen o al de la esquina al que pisoteen, no importa.
Desgraciadamente así estamos y, por como vamos, hay garantías de que podemos estar peor. Las posibilidades siguen en contra de los buenos que, dicho sea de paso, cada vez son menos. Buenos no son los que roban, los que matan, los que violan, los que estafan, los que dicen y no hacen, no, estos son los parásitos que se engendraron cuando empezamos a acostumbrarnos a vivir así. Cuando dejamos de preocuparnos y, mucho peor, de ocuparnos por dejar una realidad diferente para las generaciones que vienen. Buenos son aquellos que todavía están peleando. Solos o acompañado pero peleando sin tregua. ¿Existirá el fondo? ¿Habrá posibilidad de subir? ¿Hasta cuando la comodidad de hacernos los desentendidos? ¿Hasta cuando? Hasta que no nos toque a nosotros, seguiremos acostumbrados a “vivir” así.

miércoles, 14 de marzo de 2012

¿Y si probamos?


Oscuros, sombríos y, sobre todo, lúgubres vienen siendo los últimos años. Promesas incumplidas, falaces esperanzas vertidas a la plebe hacen que lo que se avecina sea igual, o peor, de lo que ya nos toca vivir. El desespero y la inseguridad nos abordan en cada esquina, el hambre y el pesimismo son más corrientes que la justicia.
La cordura, esa sensación de tener los pies sobre la tierra, cada día sale más cara. Es cada vez más preciada y menos normal. Pero no hay que confundir la salud mental con la cordura, no. Hablo del sentido común, del criterio lógico aplicable a cualquier instancia, cualquier situación. Hoy eso se ha perdido, ha desaparecido. Estamos librados a una especia de “suerte providencial” donde el número que nos fue asignados al nacer no salga en la lotería celestial para no tener que terminar vistiendo el traje de madera. O, mucho más trágico pero no menos real, no dejar rastros en este mundo. Un “juego” en el que día a día estamos inmersos cual ludópatas perdidos en las vueltas de un casino.
El desamparo y la opresión permiten que la libertad este encarcelada pero gozando de salidas transitorias. De esas escapadas higiénicas que pueden llegar a conformar a muchos, confundir a unos pocos y molestar a muchos menos. Por suerte, algunos quedan que sienten lo moleste que es tener atadas las alas y, cuando las sueltan, volar bajo porque una bola con cadena nos mantiene cerca del suelo. ¿Acaso es un intento de limitar los sueños? No se. Quizás.
Los fríos mas polares y los veranos mas calientes son recordados que las manos osadas que sacaron de la lata lo que no debían. Los ídolos con sus goles casi sagrados, marcan mejor que las omisiones adrede.  Los números despersonalizados y colectivos enardecen las voluntades durante lapsos de tiempos más cortos que un suspiro. Algunos, los más descarados, se suben al tren que, según ellos, lleva la verdad, la única, impoluta y absoluta verdad. Ellos son mayoría, ellos son los que pican en punta a la hora de las estadísticas. Ellos son los únicos que no cometen errores, los que siempre saben que hacer pero, misteriosamente, cuando pueden, olvidan como tenia que hacerse.  Incluso,  las rivalidades de hoy mañana pueden ser grandes amistades. ¿Acaso no es un intento de burlar a la memoria? ¿Hasta cuando?
Recordar etéreos pasados de gloria no nos asegura que el futuro se convierta en lo que fue. Asumir la situación y, frente a ella, hacernos hombres (mujeres) de bien, es el verdadero desafío. Ser todo lo que se dice o, para empezar, hacer algo de lo que los labios profesan. Mantener una coherente relación de dichos y hechos para empezar a sortear, de una vez por todas, esta condena que venimos cumpliendo en los últimos doscientos años. Es fácil, es simple cambiar, pregúntale a la memoria y vas a ver que cerca están las soluciones.

martes, 13 de marzo de 2012

Desorden


El silencio y el ruido, opuestos y dispares ocupan los espacios. Abordan por completo la sala. El desorden generalizado hace que parezca que todo está dispuesto estratégicamente, con un fin especifico cuando, en realidad, el caos fue quien determinó que la media azul y roja quedara colgada de la silla y la camisa quedara a medio acomodar en la percha. El perchero es un adorno, nada cuelga de él. Como los cuadros, ocupa un lugar en la pared para que no este desnuda. Ropa sucia y limpia, libros, hojas sueltas, la taza del té de hierbas que tomé anoche y las llaves del auto adornan el escritorio. Las zapatillas blancas están esparcidas en una y otra punta del dormitorio. Los jeans celeste que ayer busque para ir al café aparecieron de casualidad debajo de la cama. Es como dicen, “cuando no lo necesite, aparece”. Confirmado, no hay dudas. Sin embargo, las afirmaciones escapan junto con el paradero de ni remera preferida. La remera negra con letras amarillas, la que uso siempre que tengo algo importante. La que me pongo aunque sea arrugas y, abajo, una camiseta. Pero, en este preciso momento, esta desaparecida. Ausente. No está. Justo cuando más la necesito. Revuelvo un poco más el alboroto, tiro cosas para un lado y para otro. Es como acomodar pero sin un orden especifico, sin doblar ni poner los pares juntos. No. Mas bien se trata de armar una pila con las cosas que no necesito, ahora, y ver, después, si aparece la necesaria remera. Es trasladar el lío de aquí hacia allá. La suerte y la anarquía que dominan este lugar no juegan a mi favor, por el contrario, se suma la hora a mis rivales de turno. Debo irme sin el amuleto. Sin mi cábala. Si me va bien habrá sido la suerte. Si me va mal ya se a quien culpar. Es martes trece, cualquier cosa puede pasar y yo sin mi garantía de éxito. Será un desafío sobrevivir al día pero no queda otra salida. En fin, crucemos los dedos y esperemos no cruzar algún yeta, vaya a ser cosa que comiencen a caer las macetas de los balcones.

lunes, 12 de marzo de 2012

Me desperté y ya no estabas


Me desperté y ya no estabas, te habías ido. Intente volver a dormir, cerrar los ojos y devolverme a los sueños donde estabas conmigo. Donde no tenía miedo. Donde no sentía la ausencia. Tu ausencia. Donde no me pesaba el sufrimiento. Cerré los ojos esperando que al abrirlos todo hubiera desaparecido salvo vos. Salvo vos y tus manos. Hice el intento pero fue en vano. No conseguí caer en ese abismo de dominios idílicos. El intento de siesta se convirtió en tortura, en desespero porque me desperté y ya no estabas. Volver no es tan fácil. Abandonado por completo hice una nueva prueba, viaje con la imaginación, obligándola, hacia donde podrías estar. Llegue rápido, sin dudas ni problemas. Llegue tan deprisa que no te vi, no te encontré. Ya debías haberte marchado, también, de allí.
Me desperté y sacudí el peso de la frustración, mis hombros comenzaban a arquearse de sufrimiento, de cansancio, de pena. Quise bajar las cargas innecesarias, las culpas, el abandono pero, no supe hacerlo. Estaba solo, te habías ido y yo no pude decirte nada. No pude acariciar tus mejillas suaves. Peor aun, no pude regalarte las palabras que tantas veces había pensando. Que tantas veces había sentido. Intente comenzar el día pero la noche todavía era dueña de este momento. Se hace difícil decidir que hacer cuando el abandono es la sensación que la piel desprende. El reloj no avanzaba, estaba clavado sin ánimos de trabajar. Una huelga generalizada. Una condena para mí. Un castigo injustificado. Una necesidad interminable de abrazarte.
Me desperté y ya no estabas, ¿Dónde te habrás ido? Fueron muchos los días que esperé para volverte a ver y te fuiste tan rápido que no tuve noción del instante que tus besos fueron míos. No recuerdos si así fue o es lo que desee. Ya no estabas y el vacío se hizo lugar, que paradoja. La nada absorbió el todo y yo era uno más en medio de ese desierto. Me desperté pero quería dormir, quería volver a algún lugar que no sea este. A ese lugar donde vos te habrás ido. Me desperté y ya no estabas pero, con resignación y suspiros perdidos en la desesperanza, volví a dormir, quizás mañana, cuando me toque despertar, vuelvas a mí.

domingo, 11 de marzo de 2012

Fantasías animadas


Por lo menos el silencio se hace complaciente con mis ganas de bajarme de esta gran calesita llamada “mundo”. Es cómplice y benévolo con el deseo de abandonar cualquier intento por seguir con esta rutina que cada vez se vuelve más y más agobiante. La mente, en un intento de ponerse en reposo, viaja a lugares paradisíacos donde las preocupaciones se ahogan en las cristalinas aguas de este remoto sitio. Que bienvenido seria el escape.
Sin embargo, no todo brilla, no todo esta predispuesto para el relajo y el placer. Estamos en plena semana, a mitad del año y a unas cuantas horas de abandonar el puesto de trabajo. Nada puede ser peor, nada puede ser menos dramático. Pero, a pesar de las penumbras, existe una salida de emergencias, un cable a tierra. Esta la inventiva de la imaginación que puede teletransportarme a mundos ficticios diseñado por otros como yo. Por otros que deseaban huir de esta locura. Por lo menos creo que es eso.
Puedo cerrar los ojos y verme conquistando doncellas atrapadas en castillos, volando por los cielos con botas mágicas o, tal vez, conquistando islas desiertas.  Caballero de algún reino, marinero de los siete mares, bufón de algún rey, vagabundo o yo mirando la historia, no importa lo que sea o haga, importa estar ahí y no acá. Quiero estar ahí, despreocupado y relajado, esperando aventuras y desafíos. Sonidos, melodías y, hasta ruidos, de bosques encantados o del eco de mi voz retumbando en gigantescos castillos. Una historia, un cuento, una novela o una película, cualquiera es una excusa perfecta para cambiar los roles, los espacios.
¿Peter Pan deseará salir del país del Nunca Jamás y mudarse a Paris? ¿Robinson Crusoe querrá una isla superpoblada? ¿Pulgarcito preferirá un avión a las botas? ¿Superman deseará ser un hombre común y corriente? No lo se, quizás los personajes de los relatos que uno, a veces, utiliza para evadir la realidad también necesiten vacaciones. Podríamos cambiar roles, negociar puestos o, entender lo que a cada uno nos toco. Simplemente ser lo que somos con la posibilidad de decidir que hacer, con la única e increíble capacidad de hacer diferente cada día. Sin fugarse intentando evitar lo inevitable. Será cuestión de navegar en las fábulas para disfrutar de las vidas plasmadas en el papel y no como una excusa de lo que quisiéramos. Aunque, pensándolo bien, ¿Quién no quiso ser Batman alguna vez?

sábado, 10 de marzo de 2012

Interrumpido


De repente quede a oscuras. El horizonte plagado de luces parpadeantes que muestran lo avanzada que está la “civilización” con respecto al terreno, se apagaron por completo. Apenas un poco de claridad en la distancia. Apenas un par de luces de los autos que parecieran no importarles que el mundo haya quedado en penumbras. Las sombras son totales. La Luna, dueña de estas ocasiones, está perdida detrás una gruesa pared de nubes que nos prometen una lluvia en la madrugada. Solo es tiempo de opacidad y esperar, en algún momento, volverá la luz.
Los autos que marchan incesantes están abstraídos de la realidad negra del resto de los habitantes de esta región. Muchos empiezan a encender faroles, algunos prenden velas y, enfrente, uno con linterna. Este último está parado en el umbral de su casa mirando a un lado y al otro, buscando un responsable. Alguien a quien reclamarle. Alguien a quien insultar. Debe hacerlo, necesita descargar su furia incontenible por el corte imprevisto en el momento menos apropiado. Necesita depositar la combinación de enojo con la euforia que lo aborda en este preciso momento que la antigüedad decidió ocupar las calles del barrio. Este hombre, que ahora camina nervioso por el pasillo de su casa, mueve los brazos arriba y abajo. Mira el cielo y vuelve a refunfuñar. Pareciera que reza, o sigue insultando. No se, quizás ambas. Esta inquieto, incontenible.
Luego de esperar cinco minutos, unos cinco larguísimos minutos para este vecino, la luz se apodera, nuevamente, de cada rincón, de cada hogar y cada ser que disfrutaba de la calma. El hombre que parecía enojado, corrió adentro. No pude resistirme a la curiosidad y espié por la ventana. Y allí estaba, sentado en un sillón frente al televisor, mirando un partido de fútbol.  Jugaba Racing y estaba ganando. Una victoria demoledora, increíble y poco acostumbrada. Racing ganaba y el desdichado hombre no podía disfrutarlo. Recién ahí distinguí su sonrisa, su calma. La electricidad no solo había devuelto la luz, no, también había bajado el alma de este fanático.
Cuando me alejaba comprendí su locura, su desidia, su desespero. Era lógico, la pasión y el amor por los colores no deben interrumpirse nunca, menos con un corte de luz cuando la victoria es tan hermosa.

viernes, 9 de marzo de 2012

Todo empieza y acaba en ti


Todo empieza y todo acaba en ti, no hay camino que no conduzca a pensar, a sentir, a soñar, a creer, a rogar, a necesitar de tu presencia. Todos los pasajes recorridos me conducen a la delicia de tus besos, al encanto de tus brazos, a la suavidad de tus manos, a la tentación de tus caricias. Todo se resume en fantasía, en encanto, en amor. Sobre todo en amor.
Todo empieza y todo acaba en ti, desde que el sol conquista las alturas hasta que pierde la batalla contra las sombras, cada segundo que transcurre es un sueño de ojos abiertos y perdidos en la posibilidad de volverte a ver. Mas allá de eso, el encuentro es siempre constante, es siempre verdadero, estas siempre, por suerte para mi alma, al alcance de un abrazo. A la distancia de un suspiro.
Todo empieza y todo acaba en ti, y no existen justificaciones ni razones científicas que puedan demostrarlo. Pero, la abstracta sensación en cada latido de un corazón que revive, más y más, desde que estamos en la misma ruta, confirma y refuta todas las teorías. Sin métodos ni teoremas, simplemente creyendo y dejando que sea, sintiendo y soñando, andando y buscando porque, de una forma u otra, todo empieza y acaba en ti.

jueves, 8 de marzo de 2012

¿Buenos o malos?


¿Existen buenos y malos? ¿O posiciones contrarias para juzgar un lado o el otro? ¿Es malo el que piensa, cree, actúa, hace o no hace como uno cree que debería hacerlo? ¿Es bueno porque piensa, cree, actúa, hace y no hace como uno cree que debería hacerlo? ¿Qué tan objetivo somos en la subjetividad de pensar en el bien y el mal? ¿Qué tan lejos estamos de considerar que podemos ser los malos y no, como creíamos, los buenos? ¿Qué tan capaces somos de entendernos mutantes en nuestra forma de ver y entender la realidad que hoy estamos aquí y mañana en frente? ¿Somos objetivos en la forma de considerar lo permitido y lo prohibido? Más allá de la ley y lo impuesto ¿Quién dice que es lo correcto? Si nos consideramos del lado de los justos, ¿Es posible ser siempre, sin excepciones, equitativos, nobles y honrados? ¿O solo cuando conviene? Y los malos, son siempre malos ¿o es una cobertura para no ir en sentido contrario? Entonces, si los buenos y malos son definidos por acciones, creencias, dichos, lo que sea, ¿Cómo saber cuales son los apropiados para unos y para otros? Definitivamente estamos en una disputa donde los que se creen salvadores, muchas veces, terminan siendo los tiranos sino, pregunten en Bagdad. Y, del otro lado, tenemos autoritarios, terroristas, delincuentes y dictadores que, todo lo contrario a su consideración, son seres que viven por el bien.
Pero, sin perder de vista la discordancia entre unos y otros, ambos tienen un punto de comunión inevitable. Los dos, sin distinción de colores, hechos o dichos, terminaran tres metros bajo tierra. Ninguno evitará la muerte. Habrá algunos que la trasciendan y se conviertan en leyenda. Habrá otros que se perderán en el tiempo, ni la historia los recordara. Pero allí, con todo el peso de la tierra y el caudal de las lagrimas, el resto de los mortales cae en la tontera, en la idiotez de considerar bueno a uno y a otro, sin memoria ni repaso de lo que hicieron en vida. Que paradójica es la vida, algunos, luchamos por ser buenos otros, en el bando contrario y luego, terminaremos de la misma forma y vistiendo los mismos colores.

miércoles, 7 de marzo de 2012

La condenada suerte


Estamos condenados a sufrir siempre las consecuencias de todo lo que suceda o deje de suceder. A estar atados de un lado u otro del camino pero, al final de cuentas, siempre atado a él. No hay manera de que uno pueda salvarse del destino que le ha tocado aunque, de cierto modo, cada uno hace su camino mientras va marchando. Ya lo repitió hasta el cansancio en poeta catalán en uno de sus famosas canciones. Ahora, ¿Y el azar, dónde se lo ubica? ¿No tiene injerencia?
Si consideramos que una persona cualquiera, que mantiene un nivel de vida según los estándares y las recomendaciones sugeridas por las eminencias en la medicina, sociología y cualquier otra rama que afecte a un hombre. Suponiendo que este individuo haga todo a la perfección desde el primer instante que despierta hasta la forma de dormir. Un verdadero reloj suizo. Entonces, y aquí le damos lugar al “factor suerte”, ¿Por qué puede contraer enfermedades que jamás hubiera tenido que sufrir? ¿Por qué lo atacan con supuestos cuando, como hemos dicho, hizo todo tal y como fue previsto, pensado, diseñado, diagramado, soñado y estipulado? ¿No existe aquí la intervención de la suerte, buena o mala, suerte al fin? Entonces, puedo concluir que, si uno hace un camino basado en la posibilidad de vivir para disfrutar de la salud, de las maravillas que el mundo ofrece, del amor, del trabajo, de los sueños, no debe ir demasiado lejos porque puede que la diosa de la fortuna le haya asignado algún mal, condena o castigo. Lo que sea, que impida hacer que ese hombre se sienta realizado como, tal vez, lo soñó alguna vez.
Por lo tanto, si la suerte no existe y es un estado de la mente, ¿Por qué nuestra vida, definitivamente, está condena a sufrir las consecuencias de eventos imposibles de preveer y resolver y en los que  no existe certeza alguna de que en el siguiente suspiro comience a despedirme? En fin, creo que es cuestión de suerte que me toque a mí o al vecino. Habrá que vivir y esperar a que la ruleta nos regale un pleno y no una lágrima. A esperar un guiño y un poco de crédito para seguir caminando.

martes, 6 de marzo de 2012

Estoy cansado


Estoy cansado,
cansado del mundo,
de las personas.
De los que hablan y no dicen,
de los que callan y tampoco dicen.
Estoy cansado de los aduladores,
de los bufones de turno,
de los sinvergüenzas,
de los soberbios,
de los mentirosos,
de los tramposos.
Estoy cansado de los hombres impúdicos,
de los infieles,
de los cagadores,
de los cobardes,
de los arreglos y los negociados.
Estoy cansado de los hombres cómodos,
esos que no se mueven y todo se maneja por teléfono,
esos que siempre conocen a alguien,
esos que siempre pasan primero en la fila,
esos que son amigos del juez,
cuando deberían ser condenados por uno.
Estoy cansado de respetar y no ser respetado,
de escuchar sin ser escuchado,
de pelear con molinos de viento,
de ver que el barco se hunde y las ratas empiezan a huir.
Estoy cansado pero no entregado,
todavía se puede mejorar,
todavía nos podemos salvar.

lunes, 5 de marzo de 2012

Calesita


Hoy quise bajarme de la calesita,
bajar un cambio y cambiar de rumbo,
cambiar el aire,
el cielo,
el frío,
el calor.
Quise bajarme para ir en sentido contrario,
para ver si los que vienen atrás me chocan,
me evitan.
Para verlos de frente y gritarles,
para evitar el evitar hacer algo y decirles,
y reclamarles y exigirles.
Hoy necesitaba ser loco y viajar de contramano
para entender a los que van para atrás,
para comprender lo que es retroceder con voluntad,
para pisar de espaldas y juzgar de frente.
Quería ver qué me encontraba,
con quién,
con quien no,
quién venia conmigo,
quién me había abandonado hace rato.
Hoy necesitaba bajarme de la rueda para verla,
para analizarla, para sentirla,
para no volver a subir,
pero no pude.
Ni los caballos de madera,
ni las naves espaciales me llevaron lejos,
estaba clavado, condenado.
Quería bajarme pero no tenía forma,
no sabia como hacerlo,
hice lo que siempre,
seguí andando hasta la siguiente campanada,
hasta que frenara,
donde se detuviera la vuelta,
hasta que todo volviera a empezar,
y quiera volver a bajar.

domingo, 4 de marzo de 2012

Autojustificación


Andaba leyendo, buscando una razón, un motivo, una consecuencia, una excusa, algo que me diera una punta del ovillo para poder escribir. Contar mi desventura o mi hazaña. Intentaba encontrar palabras que pudieran ser ese puntapié perfecto que luego me llevara directo a una catarata de palabras, oraciones y muchas cosas más.
Andaba leyendo, navegando por diversos autores ignotos, como yo, que sueltan como barquitos las creaciones que salieron de lo profundo del alma a un mar plagado de olas enormes. Muchos intentos sucumbirán. Otros, podrán llegar lejos pero, también se hundirán. Algunos pocos, que lograron surcar tempestades y acantilados filosos, llegarán a horizontes de luz donde trascenderán el tiempo y el espacio.
Andaba leyendo, buscando una idea que formara muchas más y así escribir algo pero, no encontré nada. No encontré más que intentos, que creaciones absurdas, copias mal hechas de grandes pensadores. Palabras gastadas que prometen ciertos hechos que la imaginación se canso de idealizar. Pero, mientras andaba en esa odisea por dar con un destino, llegue aquí. A estos renglones de autojustificación y creación, donde suelto una barca, pequeña o grande, no se, con la ilusión de que llegue lo mas lejos que pueda. Que sobreviva, como tantas, a la suerte que le ha tocado tener.

sábado, 3 de marzo de 2012

Alineados


La noche doblega al día, los dominios de la oscuridad están a punto de adueñarse de los rincones. De las calles y sus habitantes. La luz perderá la batalla por algunas horas pero, hará el intento de mantenerse deslumbrante mientras pueda. La Luna, testigo de este avance y de la irremediable conquista, está posada expectante de ver que sucede. Las estrellas completan el telón negro que cubre por completo el cielo que, hasta hace un rato, era radiante y celeste. El sol, ahora en reposo, desde atrás sigue influyendo en las penumbras.
No queda espacio para que los hermanos compartan el tiempo. No hay manera, salvo algunas excepciones, que ambos estén juntos, brillando al mismo tiempo. Uno depende del otro pero juntos, combinados, forman un espectáculo que no todos los días puede vislumbrarse. Ni con el ojo desnudo ni con la suerte de verlo cuando se desea, ellos dos han predicho catástrofes y adornado los observatorios. Un eclipse, de sol o de Luna, es algún único, es la obra maestra de estar alineados en el mismo momento, en la misma posición. Es la verdadera razón, y justificación, de que realmente las cosas suceden cuando deben ser, y en el momento adecuado. Cuando todo está perfectamente en línea, los resultados se consiguen y los frutos están a la vista.