No está permitido rendirse, doblegarse a las posibilidades de un destino prefijado con la excusa de que
todo será como deba ser. Aquí, ahora, estamos frente al mayor desafío posible:
cambiar el mañana.
No está permitido dejarse
llevar por las palabras volátiles y livianas que no hacen más que ocupar un
espacio. Aquí, debemos portar las armas para combatir el pesimismo y la
derrota. Derrotarlos será cuestión de tiempo, de lágrimas y, sobre todo,
sacrificio.
No está permitido sentarse
a esperar que el sol nos llegue con los sueños que alguna vez serán realidad. Jamás.
Habrá que salir y montar en furia para domar los imposibles y transformarlos en
posibles. Habrá que hacer milagros si queremos tocar las estrellas y esperando
nunca serán.
No está permitido rendirse
ante el dolor ni los obstáculos que la vida presente. Aquí hay que alzarse en
armas contra aquellos que nos jalan hacia el fondo. Hay que vestir el overol y
asumirnos trabajadores, y hacedores, de la gran empresa que llamaron “vivir”.
No está permitido quedarse
tirado cuando la caída fue dramática y terrible. Jamás. Hay que levantarse y
echar a andar, que el instante en el suelo sea para recordarnos que la realidad
golpea duro pero no mata. Solo deja las huellas, las cicatrices lógicas de una
batalla dura e interminable.
No está permitido rendirse…
jamás.
Paciencia: capacidad de sufrir y tolerar, es esto lo que las personas no podemos lograr. Es más fácil rendirse que pelear. Muy bueno!!!
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